Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. El equipo de Mauricio Macri transitará las tres últimas semanas de campaña electoral en el mejor de los mundos, con datos a favor en los campos de la política y de la economía. Pero también hay alertas por atender, señala mi nota en La Voz.
Las encuestas que maneja el Presidente, según comentan sus voceros en Córdoba, prevén una ratificación del triunfo donde el macrismo ganó en las Paso y un resultado favorable en la provincia de Buenos Aires por unos cinco puntos.
La representación de Cambiemos se incrementará en Diputados y en el Senado, donde deberán tratarse el proyecto de Presupuesto 2018 y las proclamadas reformas impositiva y laboral, de las cuales se conocen más enunciados que datos concretos. Hay otras batallas por ganar.
Osvaldo Giordano, ministro de Finanzas de Córdoba, puso el dedo en la llaga: “Hablan de la reforma impositiva; pretenden que las provincias bajen Ingresos Brutos, pero el impuesto al cheque (0,6% por cada depósito o extracción) se destinará íntegramente a la ANSES, según el proyecto. Es decir, no lo van a bajar ni lo van a coparticipar. El mensaje es un poco confuso”, advierte el funcionario que fatiga los despachos oficiales para que Córdoba perciba el anunciado subsidio para la Caja de Jubilaciones.
Ése es otro tema que inquieta a las 13 provincias que no transfirieron sus cajas previsionales. El Gobierno nacional presupuestó para este año transferencias por 14 mil millones de pesos. ¡Y para 2018 la misma cifra!
Giordano cree que es una estrategia del macrismo para negociar otras partidas incluidas en el Presupuesto, pero la liga de gobernadores –que encabezaría Schiaretti- está en alerta. No le gusta la proclama de que el cambio impositivo empiece por la caída de Ingresos Brutos y mayores recursos para el Fondo del Conurbano, que en 1996 aceptó recortar la provincia de Buenos Aires a cambio de mayores subsidios al transporte, al agua, la electricidad y el gas.
Los datos de la política y de la economía le sonríen al Gobierno, pero no todas las batallas están ganadas.
Nicolás Dujovne, el ministro que actúa como comunicador de las buenas noticias, acaba de destacar la recuperación de la economía durante los últimos cinco meses. En julio, la actividad se expandió 4,9% en relación con un deprimido julio de 2016.
No sólo la construcción fue el principal pivote –el empleo del sector en Córdoba ya recuperó los tres mil puestos perdidos en relación con 2015-, sino que crecieron también la industria (5,4) y la intermediación financiera (6,9, por los créditos hipotecarios).
Estamos concluyendo el mejor trimestre de la gestión de Macri. El año terminará con un crecimiento de más del 3%, coinciden los economistas. Ya nadie discute la expansión, por lo que los discursos que aluden “al ajuste” suenan como para otro tiempo.
José Simonella, al presentar el último informe del CPCE de Córdoba, advirtió sobre la necesidad tener en cuenta las decisiones que adopte la Reserva Federal de Estados Unidos en relación con la tasa de interés (se anunció un incremento para este año -¿25 puntos?- y otros tres para 2018) y la evolución de la disputa entre Estados Unidos y Corea del Norte, en el frente externo.
“El gran desafío interno del Gobierno será desarmar las posiciones en Lebac”, agrega. Esas colocaciones ya equivalen a la masa monetaria en circulación. Y también al nivel de la deuda pública externa –superó los 302 mil millones de dólares a junio último- y los compromisos de pago que se exigen.
A julio último había 65 mil nuevos asalariados en relación con un año atrás. La construcción mostró el mejor comportamiento (41.500 nuevas posiciones); el peor, la industria, que destruyó 30.300 puestos, por la caída de los sectores del calzado, textil y juguetería, según datos del Ministerio de Trabajo de la Nación. El crecimiento fue de 1,8%, apenas por encima del aumento poblacional, por lo que la desocupación sigue siendo una asignatura pendiente, más aún en tiempos de automatización y robotización de las tareas.
Las sonrisas que le provocan a Macri los últimos datos no borran los desafíos de fondo que le esperan después del 22 de octubre.