Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Sobre el «Club Swinger» de la política nacional.
Oberdán Rocamora, redactor Estrella, para JorgeAsísDigital.com
Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, solía representar la obstrucción del límite. Difusa luz de interdicción.
“Mi límite es Macri”, sostenía la señora Carrió, La Empresaria en Demoliciones (Dama pudorosa que hoy es su aliada).
Entonces Macri era la frontera ideológicamente emblemática. La barrera que imponía un peaje ético.
Más allá de Macri se situaba el territorio horrendo de la derecha. El neo liberalismo conservador.
Más acá de Macri, en cambio, imperaba el costado progresista. El sendero bucólico que siempre iba a atravesar Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto. O la señora Margarita Stolbizer, La Vecina Honorable. Hasta Alfonsín, El Alfonsinito, quien recurrió en algún momento a la cuestión del “límite a Macri”. Pero pronto se arrepintió.
En el fondo, la conquista del poder se reduce a la simpleza de una parábola.
Es el trayecto que se extiende desde la condición de limitado, hasta la condición de limitador. O de marginado a marginador.
De arriesgarse a recibir el regalo indeseable de una bolilla negra, a la arbitrariedad de colocarla en el bolillero.
❝Es ahora Macri, el ex limitado, quien fija arbitrariamente los límites a los otros❞.
Como en el ascenso hacia el poder Macri tuvo cierto éxito, es ahora el mismo Macri, el ex limitado, quien fija arbitrariamente los límites a los otros.
Como si dijera: “Mi límite es Massa”. Ahora sorprende: “Con Massa nada tengo que ver, es un problema de la interna peronista”.
Massa, El Renovador de la Permanencia, para Macri representa un emblema derivado del peronismo. Es parte de “lo viejo”. Antigualla que el propio Macri se dispone a superar. Para discriminar, en cierto modo, a cualquier funcionario que en los “últimos 25 años” haya manejado algún resorte de poder. Años que registraron, en su balance, un saldo colectivamente negativo. Tipos que, en definitiva, fracasaron. Tuvieron su oportunidad. Fueron. Son “lo viejo”.
La circunstancia del fracaso es abiertamente pecaminosa para el PRO. Aunque en el país abunde la frustración. Todo -pero todo- lo hicieron mal.
Entonces persisten los desdichados que se esfuerzan en pasarle a la sociedad talonarios enteros de facturas.
La humanidad está en deuda con el ciudadano que “se merece vivir en un país mejor”. De acuerdo.
Puede que el antiperonismo literal le resulte útil a Macri para desplegar las imposturas inofensivas de la campaña. Entre globitos y saltos eufóricos del danzarín apuesto de 56 años.
Resulta llamativo pero Macri salta mucho más que Sergio Massa, que tiene 42. Y que Martín Lousteau, El Wing Izquierdo de River, flamante adversario de 44.
Pero nadie le advierte a Macri que destratar tanto al peronismo puede transformarse en un suicidio institucional anticipado. Sobre todo si prosigue con su ascenso irresistible. Y llega, incluso, a gobernar.
El peronismo suele ser dúctil. Es flexible y hasta reversible. Es vulnerable, inagotable y pragmático. Pero los peronistas no suelen olvidar con facilidad las afrentas ni la discriminación. Al contrario, son los elementos que generan la indispensable épica de resistencia. Combinan a la perfección con el riesgo natural de la revancha.
Sin embargo Macri y Massa ya estuvieron juntitos. Y fueron felices. En octubre de 2013 vencieron al kirchnerismo. No hace tanto.
Aunque los sujetos no representan a la misma generación, la sociedad Macri-Massa emergía como algo bastante razonable.
Eran “dos a quererse”. Macri junta “misericordias” en la provincia (inviable) de Buenos Aires. Y Massa “recopila compasiones” en el Artificio Autónomo de la Capital.
Pero la relación no funcionó. Falló “El factor humano”. Título de la novela de Graham Greene.
Pero también al kirchnerismo lo vencieron juntos Macri y Francisco De Narváez, El Caudillo Popular. Fueron felices en 2009. Junto a Felipe Solá, El Cuadro del Felipismo.
Cuando Massa junto con Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, era otro kirchnerista testimonial.
Curiosamente aquel Narváez fue vencido también por Massa, cuatro años después, en 2013.
Ahora, en el Club Swinger, Narváez es massista. Como Solá.
Mientras tanto Carrió, la que le ponía los límites a Macri, en el Club Swinger también cambió. Hoy está en pleno romance platónico con Macri, aunque cada vez más atraida por “los rulos” del wing izquierdo. Lousteau, El Personaje de Wilde.
Y ahora Carrió, junto con Macri, le pone límites a Massa. Para algarabía de Scioli y de La Doctora.
Para Carrió, hoy Massa pasa a ser el nuevo Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
Cuando Duhalde era el enemigo número uno de los Kirchner, se evoca que Carrió lo catalogaba al pobre Duhalde de narco. Jefe de la “mafia del PJ”.
Y cuando para La Doctora (y para Macri) el enemigo pasa a ser Massa, el narco de repente -para Carrió- es Massa.
En el Delta, según la interpretación, se lava más blanco.
Conste que Carrió resultó fundamental para que los radicales, en Gualeguaychú, le tendieran el cordón sanitario a Massa. Y se enrolaran en la liga mayor. Con Macri.
De todos modos, como Macri y Massa estuvieron juntitos, y fueron felices hasta hace poco más de un año, en el Club Swinger prospera otra interpretación.
❝Las reservas morales y políticas de Macri son contra el tercero en discordia❞
Las reservas morales y políticas de Macri no son, de ningún modo, contra Massa.
Son, en realidad, contra el tercero en la discordia. Francisco De Narváez.
Porque ahora, en el combo de Massa, para colmo entra también Narváez.
El Supermercadista Colombiano que tiene un techo: ser el gobernador de Buenos Aires. Desde la Franja de Massa. Donde manda el limitado que se dispone a jugar, por su parte, en una liga menor. Una suerte de Nacional B. Con José Manuel De la Sota, El Cuarto Hombre, y Adolfo Rodríguez Saa, el Padre de la Puntanidad.
Asociado a Macri, en 2009, El Caudillo Popular (Narváez) lo venció al testimonial Massa (por entonces junto a Kirchner y Scioli).
En cambio Massa, asociado a Macri, lo venció luego a Narváez, en 2013.
Y justo cuando Macri creía tenerlo en la lona, Narváez de pronto se recompone. Quiere más. Y reaparece en el combo de Massa.
No olvidar nunca que Narváez es el antihéroe con quien Macri supo protagonizar una celebrada tragicomedia.
En su momento, juntos motivaron (Macri y Narváez) una inspiración de gloria en el “portal del periodismo artesanal”.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital.com