Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Mauricio, Sergio y Daniel (3ra.Época): Macri, Massa y Scioli en “la suya”. Como si fueran días de normalidad.
Escribe Oberdán Rocamora, Redactor Estrella, especial para JorgeAsísDigital.
Introducción
El buen final
Ninguno de los tres que aparecen en pantalla tiene un Plan de Lluvia preventivo. Por las probables tormentas que puedan precipitar cambios severos en la escenografía.
Los tres arman sus estructuras como si transcurrieran días de estricta normalidad.
Por silencio, recato u omisión, los tres están envueltos en los papelones internacionales que La Doctora produce. La Doctora dejó arrastrar al país hacia el descenso del default. Hasta situarlo al borde del desacato. Y transformarlo en poco menos que un Estado paria, que busca (y encuentra) solidaridades inútiles y fáciles.
Los tres distan de impresionarse en público por los disparates emitidos por La Doctora en el Consejo de Seguridad. Con una mezcla de resentimiento y egolatría. Complementa, en un plano superior, los dislates cotidianos de Capitanich, El Premier. O de Kicillof, El Gótico, que es el próximo en ser -según nuestras fuentes- “capitanicheado”. Instrumentado, para sostener las posiciones menos defendibles.
Mientras tanto el dólar, con su ascenso, refleja la carencia total de credibilidad. Como las “malas ondas” de los despidos. La inflación que atropella.
Sin embargo, cada uno de los protagonistas de la consagrada miniserie (“Sergio, Mauricio y Daniel”) sigue en “la suya”. Los tres necesitan que La Doctora no naufrague. Aunque su buque embista irresponsablemente contra las rocas y los acantilados.
Sin Plan de Lluvia Como Francisco, el Papa (también) Envuelto, los tres necesitan que La Doctora llegue con aire al final. Aunque, a esta altura, deba rezarse para que sea Francisco quien tenga “el buen final”.
Osiris Alonso D’Amomio
Director/Consultora Oximoron
Sobre el sistema agotado
En PRO -expresión institucional del macricaputismo- abunda la euforia. Cuentan con encuestas que lo dan primero a Mauricio, El Niño Cincuentón, hasta en Buenos Aires, la provincia inviable. En ciudades emblemáticas como Pergamino o Bragado. Pero también encabeza -se ufanan- en el conurbano.
Cada uno de los tres le tira al adversario encuestas de indemostrable veracidad.
Lo cierto es que en el macricaputismo se agrandan. Al extremo de creer, entre tanto entusiasmo interesado, que ya ni siquiera les hace falta arreglar con los apetecibles radicales. Porque pueden ir solos. Por lo tanto, instalan con anticipación la fórmula Macri-Michetti. Pero es para beneficio sucesorio de Horacio Rodríguez Larreta, El Carismático de Pompeya, que está apenas dos puntos por debajo de la señora Gabriela Michetti, La Princesa de Laprida.
La simpleza oculta una verdad compleja. La conclusión es que si van solos, si no llevan en un frente a sus propios radicales, pueden salir “terceros cómodos”.
“O cuartos”, confirma un peronista desairado, partidario de encarar el frente con el PRO. “Aunque me interesa mucho más Mauricio que el PRO”. Lo dice bastante decepcionado. Al definir que “Mauricio se equivoca con el antiperonismo que le metieron”.
Es consecuencia de la evaluación científicamente apresurada. Suponer que el sistema político, que sostiene a radicales y peronistas, estalló. Porque se trata de un sistema que, en la práctica, está agotado.
El PRO percibe la ruptura del sistema que lo contiene a Daniel, Líder de la Línea Aire y Sol. “Es sistema puro”. Pero que lo mantiene a medio camino a Sergio, El Renovador de la Permanencia.
“Sergio es parte de lo nuevo, pero se amolda a lo viejo. Recibe referentes de lo viejo”, confirma la Garganta.
En la construcción del sofisma que marca el agotamiento del sistema, los macristas se premian a sí mismos. Se reservan la hegemonía de representar “lo nuevo”.
“Están en p…”, impugna el peronista desairado.
Peronistas originarios
Pero la variable antiperonista, que se extiende como un manto en el PRO, desubica a los “peronistas originarios” que se aferran a la misma congregación.
Consta que no es el caso de Santilli, El Colo, que “mojó bien” como senador. Se alude especialmente a Cristian Ritondo, El Potro. Un peronista cultural de barrio, discípulo aventajado de Miguel Ángel Toma. El Potro Ritondo se apresura, en apariencias con el aval de Mauricio, a largar su candidatura a sucederlo como Jefe de Gobierno. Aunque sabe, según nuestras fuentes, que El Elegido por Mauricio es Rodríguez Larreta.
Por su parte, El Carismático de Pompeya lo aguarda a Ritondo para cotejar, como si fuera un sparring, en una interna. Con la certeza de saber que, para ser el sucesor, a Larreta no le basta con el dedo exclusivo de Mauricio. Tiene que ganarle a alguien. Y en lo posible no cotejar con Michetti, La Princesa que hoy lo supera, por dos puntos.
Entonces un peronista como Ritondo para Larreta es el sparring ideal. Justamente cuando barren a los peronistas como si fuera un polvillo molesto, debajo del manto. Aunque con los peronistas nunca se sabe. Desde aquí se sugiere no desairarlos. Ni cederles motivos para enojarlos. En cualquier momento, El Potro podría interesarse en la idea latente de saltar hacia la Franja de Massa. Como si Ritondo fuera otro Insaurralde, pero de la Capital.
Ocurre que Sergio es el enemigo real que Mauricio comparte con La Doctora. Y aparte Sergio actualmente compite con Mauricio por quedarse con el amor pragmático de los radicales.
Amor de radicales
Después de mucho trajinar y seducir, Mauricio debe cuidar que Sergio, al acecho, no le sople la joya, Ernesto Sanz, La Eterna Esperanza Blanca, que cuenta con el atributo de medir poco.
Sanz emerge como el yerno ideal que anhela tener cualquier suegra con propiedades. El vicepresidente potencial que se obstina en lanzar, a la indiferencia del mercado, su propio producto presidencial. El de Sanz mismo. Para brindarle un poco de color a la devaluada trascendencia de Los 5 Latinos del Frente Unen. Con la señora Carrió, La Demoledora, cada vez más sospechada (ampliaremos). Hoy está casi adentro del macricaputismo, que acaso próximamente sea el nuevo objetivo de destrucción. Con Solanas, el Dirigente Universitario, entre las nubes desconcertadas del nacionalismo de izquierda. Y con Cobos, El Malvinero Sentimental, en una alianza ya cerrada con el John Wayne de El Hombre Quieto. Hermes Binner, que no se resigna a ser el número dos. Y Cobos extiende también lazos auspiciosos con Sergio. Es la plenitud de La Política Swinger.
Final con El Milagro Daniel
Milagrosamente, en el primer plano de la pantalla, aún se mantiene Daniel. Identificado ahora como La Maceta Naranja. Por la enojada inspiración de la señora Karina, que se indignó al enterarse que el Líder se había fracturado. La clavícula, pero no el proyecto.
Para Daniel es cada día más difícil sostenerse porque los patovicas de La Doctora presionan sobre los peronistas que se obstinan en apoyarlo. Sobre todo si tienen alguna entidad, y algo del preciado territorio. Los patovicas no vacilan en prometerles ventajas, y de sugerirles que apoyen a algún candidato más aceptable para La Doctora. Por ejemplo a Domínguez, El Lindo Julián, o preferiblemente a Urribarri, El Padre del Marcador, el cristinista perfecto. O aunque sea a Randazzo, El Loco de la Florería, al que La Doctora tampoco aprecia.
Sin embargo, pese a sus arrebatos de autoridad, al mantenimiento de la iniciativa, La Doctora no logra, hasta el cierre del despacho, quitarse de encima al Milagro Scioli.
Ella está sostenida por los Buscapinas de Unidos y Organizados, que tienen más requerimientos que votos. Y por lo único relativamente vivo que le queda. La (Agencia de Colocaciones) Cámpora. Cuenta, además, con el apoyo transitorio del Justicialismo Vegetal. Pero a esta altura ya debe aceptarse que el apoyo fundamental procede de Francisco, el Papa Envuelto. Más máximo sostén que el propio Máximo.
Curiosamente es Francisco, también, quien puede detener, en su envoltorio, el esmerilamiento cotidiano hacia Scioli.
Entonces representa un milagro que Daniel haya llegado hasta aquí, con “su fe y esperanza y siempre para adelante”. Y es el mismo milagro que logra mantenerlo, a pesar del desgaste, en el centro de la pantalla. Junto a Sergio y Mauricio. Los tres, en la miniserie, con final de bandera verde y sin ningún Plan de Lluvia. Como si no tomaran consciencia de la oscuridad. Ni de los nubarrones.
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