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Por Sergio Mabres. La incursión de Netflix en la producción de series y películas ha generado una revolución en la meca del cine, Hollywood. Los efectos principales que todos identifican son dos: los sueldos que paga la compañía y la costumbre social de tener todo lo que se quiere ver en un solo sitio. Algo muy cómodo para el espectador.
Pero Hollywood no se va a quedar con los brazos cruzados. Seis de los siete mayores estudios están contemplando una App para que los consumidores puedan alquilar una película apenas 17 días después del estreno por 30 dólares (barata para Estados Unidos pero algo cara la Argentina: algo menos de 500 pesos).
Netflix ataca: compra los derechos de los libros más vendidos y los convierte en miniseries, que se estrenan antes de que Hollywood pueda reaccionar.
Curiosamente, Disney parece ser el único estudio que no está interesado en romper la regla de 270 días (nueve meses) de espera entre el estreno y la liberación en otros medios, que es tiempo que le lleva a la distribución tradicional estrenar una película en las ciudades más importantes del mundo.
La reticencia de Disney sea debe probablemente, a su arsenal de franquicias populares, como Star Wars, que pueden generar enormes cantidades de dinero.
Netflix continúa atacando a Hollywood al señalar que los estudios no han cambiado el modelo de negocio en 30 años, que ya es hora de hacerlo. Y para darles un empujón más hacia el barranco, ahora están comprando los derechos de los libros más vendidos y los están convirtiendo en miniseries, que se estrenan antes de que Hollywood pueda reaccionar.
La última adquisición fue el libro Trece Razones que se estrenó el 31 de marzo como la miniserie «13 Reasons Why».
El todopoderoso señor dinero de Netflix ha hecho que figuras como Brad Pitt se cambien de bando para la filmación de la película Máquina de Guerra. El actor nominado al Oscar personifica en la sátira al general Glen McMahon, un soldado respetado y comandante de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán. El general se encargará de limpiar el desorden que han dejado otros generales tras ocho años de guerra.
La película toca lugares incómodos como: «Estamos aquí para construir, para proteger, para apoyar a la población civil. Por lo tanto, deben evitar matar a toda costa. No podemos ayudarlos y matarlos al mismo tiempo. Esto simplemente no es humanamente posible».
Una crisis parecida a la de Netflix y Hollywood ya la vivimos en la década de 1980, cuando los VHS y los Video Clubes casi quiebran al modelo tradicional, pero no fue así.
Al fin al cabo, salir de la casa, pasear y ver a otras personas es una de las razones para ir y disfrutar del cine. ¿Podrá Netflix desterrar esta costumbre de tantos años? Veremos.