Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Los números de la economía argentina duelen y asombran en un país con un enorme capital humano y con capacidad para producir alimentos para 400 millones de personas. “Los números duelen”, repiten a coro funcionarios y dirigentes políticos, aunque pocos se animen a ofrecer soluciones sustentables que rompan la decadencia de años, señala mi nota en La Voz.
Unos dos millones de trabajadores están desocupados; cuatro de cada 10 argentinos vive en la pobreza (casi 20 millones, si se extrapolan a todo el país los números de los 31 aglomerados urbanos) y uno de cada cuatro pobres no consume los alimentos necesarios para subsistir.
La pobreza se agravó en el primer trimestre porque, otra vez, los alimentos treparon por encima de la inflación promedio y de los ingresos. Al final del primer semestre, el 45% de la población no alcanzaría a cubrir sus necesidades básicas (alimentación, transporte y vivienda).
“Los números duelen”, repiten a coro funcionarios y dirigentes políticos, aunque pocos se animen a ofrecer soluciones sustentables que rompan la decadencia de años. Menos aún, los miembros del gobierno de Alberto Fernández, que tienen la principal responsabilidad en las políticas económica y social.
La creación de empleo está frenada por las rigideces del sistema laboral, que el Presidente no se atrevió a modificar, dada su alianza con los grandes gremios -con Camioneros a la cabeza-, los cuales prefieren acrecentar los beneficios de sus dirigidos antes que flexibilizar la legislación para combatir la emergencia laboral.
Los dirigentes de las pequeñas y medianas empresas (Pyme) reclaman un régimen diferenciado para sus trabajadores. En Córdoba, lo hicieron los miembros del Foro Productivo de la Zona Norte y la Red de Cámaras Pyme.
El pedido para facilitar la contratación de trabajadores ante la recuperación de ciertos sectores o por un eventual aumento de la demanda, no tuvo eco.
La doble indemnización no frenó los despidos, al tiempo que provocó un tapón para la incorporación de trabajadores que reemplacen a los que se retiran o dejan la empresa.
En 2020, más de 700 mil personas perdieron sus puestos de trabajo, mientras que un millón de personas se retiró del mercado laboral.
“Si sumamos estos nuevos inactivos a la masa de desempleados, la tasa de desocupación habría alcanzado, en promedio, al 19% de la población económicamente activa (PEA) en 2020, un número similar al de la crisis de 2001-02, cuando promedió 18,5%”, advirtió el informe de la consultora Ecolatina, en la que se desempeñó el actual titular del Indec, Marco Lavagna.
Las Pyme piden flexibilidad para contratar trabajadores, pero no tienen eco. La alianza de Fernández con los grandes gremios frena el empleo formal para combatir la pobreza.
El Gobierno está entusiasmado con el crecimiento -mes a mes- de la actividad de la industria (el 55% de los sectores se recupera, mientras que el 45% restante permanece estancado, según la Unión Industrial Argentina); de la construcción; de la siderurgia (por impulso de los dos sectores mencionados) y del campo.
Habrá una buena cosecha, pero no será récord por el estrés hídrico que sufrieron las plantaciones durante ciertos períodos.
En toneladas, Córdoba cosechará 16,6 millones de maíz; 13,2 millones de soja; 385 mil de sorgo; 894 mil de maní y 15 mil de girasol, según las últimas proyecciones de la Bolsa de Cereales de Córdoba.
Los tres factores que podrían afectar los ingresos de dólares son el amesetamiento global de la demanda de granos, aunque con buenos precios; la suba del dólar frente a otras monedas y el impacto de las restricciones sanitarias en la actividad mundial.
En el plano interno, las nuevas restricciones a la movilidad, al turismo y a los espectáculos (no así a la industria y a las clases presenciales) podrían derrumbar los números de crecimiento que proyectó el ministro Martín Guzmán.
Las demoras en el plan de vacunación y la virulencia de las nuevas cepas del Covid-19 acotarán la incipiente recuperación.
Lo peor del actual escenario es que la gestión de Alberto Fernández aparece atrapada, por un lado, en la batalla por una incierta reforma judicial y, por el otro, en la poca efectividad para recuperar la inversión, bajar la presión impositiva y en permitir contratos que moderen la emergencia laboral.
Es lo que demandan los “números que duelen” de la recesión, de la desocupación y de la pobreza.