Por Nicole Turello. La 91a. entrega de los Premios Oscar sorprendió a todos con momentos sin precedentes. Sin un presentador oficial y con la magnífica apertura al ritmo de los ex integrantes de Queen, junto a Adam Lambert, la ceremonia marcó un antes y un después en el clásico cine estadounidense.
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En los últimos años el feminismo, la desigualdad social y la discriminación racial empezaron a hacerse oír en las nominaciones. Esta ceremonia decidió destacar las películas y tópicos que han sido silenciados en la historia del cine y la humanidad: el odio hacia los afroamericanos; la historia de un homosexual que se convirtió en ídolo y la nunca antes vista participación del pueblo originario latinoamericano.
De esta manera, el film mexicano Roma se quedó con el premio a Mejor Película Extranjera y Alfonso Cuarón se destacó como el Mejor Director, tras poner en escena una realidad alejada del estrellato hollywoodense.
Olivia Colman ganó el premio a Mejor Actriz por su interpretación de la reina Ana Estuardo en La Favorita, haciendo frente a los prejuicios de género y homosexualidad. Por contrapartida, el favorito Rami Malek se consagró como Mejor Actor, tras dar vida al mítico Freddie Mercuri.
Como si fuera poco, en una terna en la que prevalecieron las historias sobre la discriminación afroamericana y la unión generada entre sí, Green Book fue elegida la Mejor Película. Por su interpretación en este film, Mahershala Ali se llevó su segundo Oscar a Mejor Actor de Reparto.
Las interpretaciones musicales dejaron a los televidentes sin aliento. El arranque sorpresivo de la ceremonia con la interpretación de Queen, con Adam Lambert, y el romántico momento en que Lady Gaga y Bradley Cooper interpretan Shallow, elegida como Mejor Canción, generaron gran repercusión en las redes sociales.
Hay dos colores que definen a esta emblemática entrega de premios: el rojo y el dorado. Esta edición no fue la excepción y los invitados decidieron hacer honor a esta dupla en sus outfits, además del rosa que pisó fuerte en esta temporada. Además, el smoking fue la vedette de la noche y una tendencia sin precedentes: el traje vestido.
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