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Por Sergio Mabres. Desde el punto de vista de la tecnología, Panama Papers presenta una buena oportunidad para explicar algunos elementos que participan en las filtraciones de información. Desde un comienzo, la tecnología ha facilitado la copia y transporte de datos. Tal es el caso de los Pentagon Papers donde Daniel Ellsberg uso dos grandes fotocopiadoras para copiar las 7.000 carillas que luego entregó al New York Times.
La dispositivos tecnológicos han ayudado en todos los casos. Desde las fotocopias de Ellsberg, pasando por los DVD regrabables, los Pendrives de Edward Snowden hasta llegar a los discos externos que posiblemente se usaron en Panamá.
Es importante tener presente que la mayoría de las filtraciones se debieron a ataques internos, y no a hackeos como el que sufrió Sony (en el cual se divulgaron 5 títulos sin estrenar y miles de correos electrónicos de su personal) en represalia a la película que se burlaba del líder de Corea del Norte. Algo parecido ocurrió en la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos (NSA) donde Snowden convenció a sus compañeros para que le entregaran sus contraseñas y él poder acceder a más información; práctica conocido como hackeo social.
Como se observa en la siguiente tabla gran parte de las las filtraciones fueron realizadas por personas con acceso autorizado a la información, que la copiaron y posteriormente la difundieron, infringiendo leyes y reglamentaciones internas, por diferentes motivos: venganza o repudio a los abusos de los empleadores, entre otros.
En el caso de los documentos de Panama una fuente anónima copió el 90% de los documentos que había en los servidores del estudio jurídico Mossack Fonseca. El volumen de información es tal que hubiera necesitado tres discos externos de 1 Terabyte (el más grande que se conseguía el año pasado), para copiar toda la información.
Los 11,5 millones de documentos filtrados, por la naturaleza de la compañía, contenían emails, PDFs, archivos de texto e imágenes escaneadas de los contratos originales firmados. Leerlos podría llevarle a una persona 125 años.
All you need to know about the #panamapapers leak (in English): https://t.co/3esQRlBiHw pic.twitter.com/UovmXRjh6t
— Süddeutsche Zeitung (@SZ) 4 de abril de 2016
El delator entregó la información al diario alemán Süddeutsche Zeitung quien pronto advirtió que no podía gestionar tal cantidad de documentos. En consecuencia, los compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) donde 370 periodistas, de más de 100 medios, se encargaron de leer esos documentos, clasificarlos y ponerlos en una base de datos donde se especificó: nombre de empresas offshore, fecha de formación, directores, accionistas, representantes, nacionalidades, cargos que ocupan los implicados, países de origen, transferencias de titularidad y ventas.
¿Que información no tiene estos documentos? Carecen de extractos bancarios y detalles de las cobranzas de cada empresa que son necesarios para investigar crímenes asociados a la corrupción, el lavado de dinero y la evasión de impuestos. Será entonces, la responsabilidad de la justicia de cada país seguir investigando sobre las actividades de las empresas mencionadas en Panama Papers.
Lo que se ha difundido hasta ahora en los diarios, los portales web, la radio y la televisión son los resultados de las consultas realizadas por los periodistas a la base de datos de ICIJ.
La conclusión sobre filtraciones es que más allá de sofisticados sistemas de seguridad para protegerse de ataques externos, las empresas deben preocuparse por la relación con su personal, ya que la mayoría de las filtraciones vienen de los empleados (con acceso autorizado) que copian datos a dispositivos externos «por las dudas pase algo» y después, cuando «pasa algo» y/o deciden hacer justicia por mano propia, se los entregan a la prensa.