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Por Eugenio Gimeno Balaguer. Recuerdo una vez más a mi amigo poeta que decía: ❝con tal que yo lo crea, que importa que no sea cierto❞. Percibir es dar significado a un estímulo que recibimos. Por lo general, los significados que atribuye cada uno de nosotros son distintos; en consecuencia, nuestras decisiones son diferentes.
Nunca se percibe una situación, ni se interpreta lo que se ve, de una misma manera.
Nos inclinamos a imaginar los juicios de percepción como existentes en la realidad exterior, más que reconocer que estamos usando solamente una porción de lo exterior para recoger ciertas claves que nos capacitarán para mantener una conducta estable. Esta es una de las razones por las que es tan difícil formular y concretar un pacto social como algunos políticos quisieran. ¡Qué desafío tienen estos últimos, para que la imagen que pretenden dar sea la que la gente realmente logre percibir!
Un experimento
Muchos estados afectivos como la ansiedad, las amenazas, el miedo o incluso la edad achican significativamente la estructura de percepción del individuo.
En ARGEX realizamos una actividad con tres grupos etarios: uno constituido por personas de 18 a 23 años; otro de 42 a 49 años y un tercero de 60 a 66 años. El ejercicio consistía en cerrar los ojos durante 3 minutos. El primer grupo tuvo un promedio casi perfecto: 3 minutos y 1 segundo; el grupo dos se excedió en 14 segundos y el último, en 43 segundos. Estos fueron los resultados promedio de los integrantes del grupo que cuando estimaban que habían transcurrido los 3 minutos abrían los ojos en silencio. La conclusión fue que la percepción real del tiempo se va distorsionando con la edad y nos llevo a otros temas, que ahora no vienen al caso.
Conclusión
Jack Trout y Al Ries, popes en el tema; en su libro “Leyes inmutables del marketing” afirman que la primera, es la Ley de la Percepción: ❝el marketing no es una batalla de productos, es una batalla de percepciones y son estas en las mentes de los clientes actuales y potenciales la única realidad❞.■