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Por Claudio Fantini. Al bloquear la participación de Volodimir Zelenski en la cumbre UE-CELAC los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua volvieron a mostrar la naturaleza hipócrita del disfraz ideológico que usan. Impedir que hable en ese escenario el presidente de un país invadido tiene como finalidad favorecer al invasor, que es Vladimir Putin.
En esos días, Putin daba otro paso en dirección del conservadurismo duro, retardatario y discriminador, que ridiculiza la palabra “progresista” que usan -para autodefinirse- los dictadores cubano, venezolano y nicaragüense.
El nuevo paso en esa dirección que dio el jefe del Kremlin fue la ampliación del alcance de las leyes que censuran la diversidad sexual.
De tal modo, condena nuevamente a vivir ocultando su sexualidad a todos los que no se perciben como heterosexuales.
En 2013, el jerarca ruso prohibió la difusión a menores de cualquier tipo de información sobre diversidad sexual y comunidad LGTBQ.
Ahora, en otro paso en esa dirección, Putin extendió la prohibición de difundir ese tipo de información también entre los adultos.
Clausura así la homosexualidad, condenándola a una vida clandestina, que es lo que la humanidad había superado gracias a las revoluciones culturales de la segunda mitad del siglo pasado y las primeras décadas de este siglo.
La terminología utilizada por el gobierno de Rusia también es recalcitrante.
El Kremlin y el arco oficialista que respaldó esa legislación en la Duma (Parlamento), hablan de impedir que “destruya la familia rusa”, la degeneración que implica la cultura sexual que impera en Occidente.
ambién alude a “proteger a los niños” de toda “información que niegue los valores familiares tradicionales”.
El lenguaje usado destila miradas como las que difundían hace año las organizaciones ultraconservadoras, como la agrupación Tradición, Familia y Propiedad.
La diversidad sexual ha tenido marchas y contramarchas en Rusia. Luego de aprobaciones y censuras, en 2013, Putin impuso las leyes que reinstalaron la intolerancia y dieron el primer paso hacia la clausura de la diversidad sexual.
En Hungría, siguió los pasos del líder ruso el presidente Viktor Orban, quien, desde 2021, impulsa leyes que prohíben la difusión de información sobre diversidad sexual.
Lo mismo intentó en la República Checa el ahora ex presidente Milos Zeman, traicionando el ideario socialdemócrata al que adhirió tras la desaparición de Checoslovaquia.
Con los líderes europeos de esa vereda se alinean los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, con el agravante de que -para apoyar a Putin- censuran la participación de Zelenski en la cumbre UE-CELAC.