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Por Rosa Bertino. “En este país aún no existe la igualdad …”, sollozó Florencia de la V. A esa conclusión llegó tras ver la emisión de Bendita (Canal 9), en la que el dulce Marcelo Polino contó que ambos “meaban en la misma lata”. Éstas y otras memorias son parte del libro Todo lo que sé, que el chimentero acaba de publicar.
Es factible deducir que tanto el lanzamiento como los escándalos que suscitarán esas páginas de lectura veloz, son parte de la pretemporada estival. Por algo no lo sacaron a principios o mediados de año.
Al cabo de su emisión diaria de La pelu (Canal 8), Flor de la V se quejó amargamente por las crueldades del ser argentino. En síntesis, Polino (un reconocido homosexual) le reprocha que haya cambiado de género, porte documento femenino y se presente como esposa y madre, cuando en realidad tiene pene. Desde entonces, están enemistados.
Por razones que siempre dieron pie a la especulación, Flor conserva sus atributos masculinos. A la ley argentina le basta con que alguien diga “me siento cactus, marciano, anticristo …”, para que le extiendan el certificado.
Mientras derramaba lágrimas en cámara, la conductora se mostró en toda su humana ambigüedad. En camisa y sin pintura, es un varón con pelo largo. Reconoce que, hasta el día de hoy, le avergüenza su vozarrón de macho. Tampoco es una vedette, actriz o comediante propiamente dicha, sino un personaje encarnado en un seudónimo: Flor de la V. (Ella intentó llamarse Florencia De la Vega, pero una mujer con ese mismo nombre se lo prohibió expresamente).
« Flor de la V. no será una actriz consumada, pero tiene condiciones. Por la pelea con Polino sacó a relucir su personaje favorito, el de la madre devota y amantísima, que cena en familia y juega en la cama con los niños. En eso estaba, cuando el programa Bendita “se metió con mis genitales”, sollozó.
Lo que más le dolió, fue el brulote del conductor Beto Castella, cuando repasó su enemistad con Marcelo Polino: “Parecen dos tipos peleando por ver quién la tiene más larga”. Pero no es cierto. En ese medio, todos pelean para ver quién tiene la mente más reducida. Y pensar que viven de eso, y ¡encima viven bien!●