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Por Héctor Cometto. Las preocupaciones se han intensificado. Seguimos empujando y empujando la ilusión con el sentimiento, pero la sensatez nos abruma. Las dudas sobre el nivel de algunos jugadores de la Selección Argentina están lejos de disiparse. El problema es que se han sumado otras.
No hay ningún técnico en el Mundial que realice sesiones con sus ayudantes de campo como las que hace Alejandro Sabella. Un líder en plena batalla no puede desplegar los mapas. Decide, se la juega, erra o acierta, jamás puede dudar, y menos dejar la imagen que duda. Y mucho menos después de idas y vueltas con los jugadores sobre el sistema a emplear, como sucedió antes y después de Bosnia.
El Mundial de Brasil ha tenido partidos vibrantes, con un ritmo infernal. Nosotros no vibramos, nuestro ritmo es lento, no hay velocidad de recuperación en el ejercicio solidario de marcar, ni de desplazamiento para aumentar las opciones de pase a la hora de atacar. Esto puede mejorar torneo arriba en lo corporal, pero la actitud no es sólo física.
Nos envuelve y abruma la duda mientras el reloj corre. Y allí aparece la certeza del mejor del mundo, cambiando la historia en cinco segundos.
Gol de triunfo que deja en el olvido un partido desesperante. Messi gana partidos, su liderazgo con base en el juego se eleva, señal propicia del destino que no es menor, fantástico punto de tracción hacia la cima aún desde un mar de dudas.■
16/06/2014 | Argentina sufrió pero al final se impuso.
13/06/2014 | Argentina necesita equilibrio para Messi y los de arriba.
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