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Por Juan Turello. Las familias y las empresas reciben señales confusas por parte del Gobierno nacional para sus decisiones económicas, señala mi nota en La Voz. Esas contradicciones impactan en la recuperación de la demanda y de la actividad en las últimas semanas en relación con los primeros meses de la pandemia. Repasemos.
La comedia desopilante en torno a la aplicación de una vacuna a 10 millones de ciudadanos en los próximos dos meses, revela gestiones fallidas y el cruce de millonarios intereses económicos y de posiciones ideológicas.
Argentina aún carece de la logística y del personal entrenado para inocular millones de vacunas. El papelón impacta psicológicamente en la población de riesgo.
Las idas y vueltas en torno de la vacunación masiva profundizaron la caída de la imagen de Alberto Fernández.
La última encuesta de Zuban Córdoba y Asociados muestra una profundización de la caída de la imagen de Alberto Fernández.
La consultora había medido una aceptación de 54,4% en noviembre. En diciembre, cayó a 46,5%, menor al porcentaje de votos logrado en 2019 y muy lejos de la aprobación en marzo último, que llegó al 97%, según la consultora.
El Banco Central puso negro sobre blanco estos enredos. El último informe destacó “un mayor dinamismo de la demanda interna y de una incipiente recuperación económica”, al tiempo que destacó que esa tendencia “podría acelerarse de confirmarse la posibilidad de que existan vacunas disponibles en forma masiva durante los próximos meses”.
Si no hay vacunación masiva, entre otros factores, la recuperación será menor al 5,5% que prevé Martín Guzmán. El dato es clave en el decisivo año electoral 2021.
Guzmán y la otra ala del Gobierno parecen transitar caminos que se bifurcan en cuanto al control de la inflación. Estas señales desorientan a los mercados.
El ministro pretende moderar las expectativas para que los precios estén por debajo de 3% mensual en el próximo semestre y que, de tal modo, no se desmadren otras variables; por caso, el dólar.
Los economistas anticipan que la inflación anual rondará entre 35 y 36 por ciento, 20 puntos menos que en 2019, gracias al supercepo al dólar, tarifas congeladas, paritarias sin aumentos durante gran parte de la pandemia y precios regulados. Si se quiere, una victoria pírrica.
La estrategia oficial de otro sector oficial pasó por reunir en la Jefatura de Gabinete a los intendentes bonaerenses, a quienes se les entregó la placa de sheriff para que salgan a controlar los precios.
“Uno de los problemas de Alberto Fernández es que es visto como un ‘gobierno conurbanista’”, apunta Gustavo Córdoba.
El acto de cierre del año, ayer, en La Plata, y la inexistencia de visitas a Córdoba durante más de un año, avalan ese diagnóstico.
Martín Guzmán tiene otro problema: los desajustes de las últimas meses obligaron a acudir a las “utilidades” (ficticias en realidad) del Banco Central por 255 mil millones de pesos.
El gasto no se achica y los impuestos no bajan. El Gobierno decidió incorporar a planta permanente a 29 mil empleados que estaban contratados, al reforzar la alianza con los gremios ATE-UPCN. Además, estatizó seis corredores viales y sumó otros 1.700 empleados.
La vacunación masiva es clave para evitar retroceder de fases y mantener la incipiente reanudación de la actividad. El crecimiento y la baja de la desocupación son los mejores logros que podría mostrar Alberto Fernández en los comicios de 2021.
El Gobierno busca un acuerdo con el FMI, pero las señales son contradictorias en cuanto a reducir el gasto en el seno del propio Gobierno.
El Estado debe poner en caja sus gastos; reducir los subsidios económicos –las tarifas de luz y gas entran en esa ecuación- y que las jubilaciones no le ganen a la inflación.
Un desafío tremendo para un Gobierno que no quiere perder las elecciones legislativas.