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Alberto Fernández tardó casi 30 horas en designar a Silvina Batakis, ex ministra de Economía de la provincia de Buenos Aires, como sucesora de Martín Guzmán en el Gobierno nacional. Batakis, casi desconocida para gran parte de la sociedad, juró ayer. Su nominación implica un avance de las ideas de la vicepresidenta y de Axel Kicillof en la gestión económica. Dijo que seguirá adelante con el programa económico del Presidente y que respetará el equilibrio fiscal.
Tanto Cristina Kirchner como Axel Kicillof sostienen que “el déficit fiscal no genera inflación”, por lo que habría que esperar una conducción más laxa en el gasto público.
La designación de Batakis no cayó bien en los mercados cambiarios. El dólar blue cerró a $260, con una suba de 20 pesos en relación con el viernes último. El Banco Central debió vender casi U$S100 millones para contener al dólar ahorro ($131), mientras varias entidades suspendieron sus operatorias.
Los bonos en dólares perdieron 8% en promedio, y la Merval retrocedió 1%.
El senador nacional Luis Juez (JxC – Córdoba) sostuvo que la demora que tuvo en vilo a la política y a los agentes económicos entre el sábado y domingo último obedeció a que “en la interna del Gobierno se discutió quién tenía el poder” para llevar adelante la gestión y encauzar la economía.
Los desafíos más urgentes que enfrentará Batakis están vinculados con la cotización del peso frente al dólar; la reacción de los precios -en este tipo de crisis, los precios suben por “precaución” o por “el costo de reposición”- y cómo restablecer la confianza cuando aún restan 17 meses de gestión.
De hecho, numerosos locales suspendieron sus ventas y, en otros casos, hubo una suba en los bienes por temor a que el costo de reposición sea más alto del que paga el comprador.
Guzmán dejó el ministerio con precios récords en el dólar, en la inflación – otra vez más del 5% en junio- y con el riesgo país en niveles similares a la renegociación de la deuda en agosto de 2021.
El centro de estudios IDESA sostuvo que el principal problema “es el festival de emisión, y no de importaciones”, como había señalado la vicepresidenta y que descerrajó la salida de Matías Kulfas.
Un tema que es clave, pero que aún divide aguas en el oficialismo es el vinculado al recorte del gasto público, ya que este desborde genera la necesidad de incrementar la deuda en pesos -con tasas más altas, lo que frena la actividad- o emitir pesos para afrontar el rojo de las cuentas oficiales.
Argentina ya carece de financiamiento externo, con una tasa de riesgo país por encima de los 2.200 puntos básicos sobre los bonos del Tesoro de Estados Unidos (una tasa real de 25% en dólares, que es impagable).
Más allá de la posibilidad de financiar el elevado déficit con deuda interna o emisión, una de las principales preocupaciones del futuro ministro será alimentar las escasas reservas del Banco Central.
El costo de la energía y la desconfianza de los inversores llevaron a que el Banco Central (BCRA) tuviera una magra cosecha de dólares aun en el mejor período de las exportaciones agropecuarias (abril-junio de cada año).
El campo ya lanzó un paro de actividades para el 13 de julio, pero la medida podría acentuarse ante la posibilidad de que las nuevas autoridades económicas decidan subir las retenciones para mejorar la recolección de dólares por parte del BCRA.
Otro tema que deberá afrontar el futuro ministro es la reducción de los subsidios económicos a las empresas y a las familias que no pagan los precios reales de la electricidad y el gas natural.
Pese a sus intentos, Guzmán no pudo llevar adelante la segmentación de las tarifas por las resistencias de los funcionarios de la Secretaría de Energía, que no estaban de acuerdo con los aumentos ni con quiénes debían asumir los mayores costos.