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Por Juan Turello. Las malas noticias y los malos datos económicos volvieron a complicar el tablero de comando de Alberto Fernández en la semana que concluyó, señala mi nota en La Voz.
Sin embargo, la manifestación por el 17 de Octubre, organizada por el gremio de Camioneros, y el acto por el Día de la Lealtad en la CGT le dieron aire a un Presidente complicado en lo sanitario, en la política económica y en la gestión oficial. Repasemos.
Malos datos: en el segundo trimestre se perdieron 3,75 millones de puestos de trabajo, la mayoría de ellos de cuentapropistas y de trabajadores informales. Es difícil que exista una recuperación plena de esa pérdida porque la actividad retrocedió en agosto 0,9% respecto a julio en términos desestacionalizados, según el último dato disponible.
El dólar sigue imparable y amplió la brecha a niveles récord. Los combustibles aumentaron 3,5% , con impacto en los precios que tendrían una base de 3% para el último trimestre.
Malas noticias: dos de cada tres ejecutivos de las grandes empresas nucleadas en IDEA estiman que el semestre octubre-abril de 2021 será peor que el anterior.
El Fondo Monetario Internacional advirtió que “el país está en una recesión profunda”, por lo que “las condiciones sociales se agravan”, mientras “los desequilibrios económicos crecen”.
El dólar libre comenzó el año en 77 pesos; el viernes cerró a 178 pesos, un aumento de más de 130% . El contado con liquidación (CCL), que sirve para sacar dinero del país, inició 2020 a 75,06 pesos; ayer terminó a 169, una brecha de 118 % con respecto al dólar mayorista (77,52).
El ministro Martín Guzmán prometió que habrá instrumentos para corregir ese desfase. No los anunció.
La enorme brecha entre el dólar oficial y las otras cotizaciones (blue, CCL) perjudica a la economía y genera expectativas de devaluación.
Los importadores sobrefacturan sus necesidades porque consideran que el precio de recomposición será más caro, mientras que los exportadores frenan sus ventas a la espera de un mejor valor. El comercio, por las dudas, anticipa un ajuste de sus precios. Ayer, determinados locales suspendieron la venta de sus productos, en especial los importados.
El poder de fuego del Banco Central (BCRA) se redujo al mínimo con reservas líquidas que caen entre 50 millones y 100 millones de dólares diarios.
La inflación de septiembre fue de 2,8% , la más alta de la cuarentena, con mayor incidencia en los alimentos, que impacta en los sectores más vulnerables.
Las consultoras incluidas en el relevamiento de expectativas de mercado (REM) del Banco Central prevén que los precios subirán 3,5% en octubre; 3,8, en noviembre y 4% en el trimestre diciembre-febrero de 2021.
Con los ingresos fijos de la población corriendo por detrás, la pobreza golpearía a la mitad de la población en el próximo verano.
La posible recuperación de la producción será insuficiente para atender la demanda que genera la enorme emisión monetaria que financia al Estado.
Los analistas estiman que el BCRA ya entregó 1,8 billones de pesos y aún restan unos 200 mil millones mensuales hasta fin de año.
Con semejante nivel de dinero en la calle, es posible imaginar que esos fondos irán al dólar, como refugio de ahorro, o a precios, por compras que superan la oferta.
Las recetas para evitar una devaluación brusca por el mercado ya han sido sugeridas a Alberto Fernández por el FMI y por las entidades de la producción.
La recuperación de la autoridad presidencial y un programa que restablezca la credibilidad son pilares básicos, además del respeto a la Justicia y a la propiedad privada, cuyas señales siguen siendo contradictorias por parte de los principales funcionarios.
Ese plan debe prefigurar metas cambiarias, monetarias y fiscales que permitan a las empresas y a las familias conocer cuál es la hoja de ruta del Gobierno. Lo contrario, podría significar caminar a un choque inevitable.