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Por Claudio Fantini. Cataluña está en un limbo. Como si flotara en un agujero negro. Su futuro y el de España constituyen un enigma. La pulseada entre el liderazgo independentista catalán y las fuerzas que defienden la unidad de España, forzosamente conducidas por Mariano Rajoy, no tendrá una definición clara en las próximas horas y días.
El sismo político -con epicentro en Barcelona- tendrá réplicas que ahondarán grietas y producirán derrumbes. El futuro es, sencillamente, impredecible, porque falta ver qué sobrevive y qué se desmorona por las sacudidas de esas réplicas.
En condiciones normales, una votación como la del domingo 1° de octubre, efectuada sin el marco institucional más elemental para que su resultado pueda ser considerado una expresión legítima de voluntad popular, sería considerada un fracaso total de las autoridades que la impulsaron y concretaron.