Por Claudio Fantini. Quizá nunca se sepa con exactitud la magnitud de los daños causados por el...
Mientras se debate en el Congreso cómo deberían actualizarse las jubilaciones y pensiones, el...
El Grupo Autocity concretó en los últimos meses dos hechos que ratifican su liderazgo en la...
Por Juan Turello. El duro ajuste de Javier Milei incluye a muy pocos ganadores, aunque en las...
Domingo Cavallo está en Córdoba, donde dice que "estudia" y se reúne con amigos, a muchos de los...
En los últimos días Google ha utilizado sus famosos Doodles, con una serie de juegos vinculados a...
El duro ataque del empresario Jorge Petrone, dueño de Gama (una de las mayores desarrollistas de...
El domingo pasado, desde la cuenta @Pontifex_es, se publicó el primer tuit del papa Francisco,...
Durante un acto realizado en la sede de la Fundación OSDE, en la ciudad de Córdoba, realizamos la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. La fiesta que hizo Cristina Kirchner para agasajarse a sí misma con la devoción de artistas y de periodistas es peor -en términos de ética pública- que el festejo del cumpleaños de Fabiola Yáñez en Olivos, con la presencia del presidente Alberto Fernández, quien había prohibido ese tipo de reuniones a los argentinos. A diferencia de ésta, la fiesta de la vicepresidenta no fue ilegal. Pero fue obscena. Veamos.