Por Claudio Fantini. Las imágenes parecían extraídas de una película. Los presidiarios eran desplazados masivamente, semidesnudos, descalzos, con las manos en la nuca, caminando en cuclillas y siempre mirando el suelo. Esos dos 2.000 criminales, que integran las violentas maras salvadoreñas, parecían un rebaño reducido a una humillante indefensión por Nayib Bukele. ¿Es un éxito este tipo de represión?