Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Rosa Bertino. Que no le toque a uno guardar reposo y quedarse a solas con el televisor. Empeoran todos los síntomas. Todo es un espectáculo penoso,en especial en los supuestos programas informativos-magazines, que ocupan gran parte de la mañana y la tarde.
Malos ejemplos:
■ América ó C5N: los movileros esperan y esperan que aparezca algún pariente de Rocío Oliva, ¿ex? última novia de Diego Maradona. Jorge Rial fanfarronea porque mandó a su tropa a enfrentar “al 10”. Con razón éste siempre le refriega su frase favorita: “Sin mí, no esistís” (sic).
■ El Trece: le paga a un hermano de Rocío para que lo entreviste Mariana Fabbiani. Triste, porque el joven apenas si sabe articular palabra. Las cámaras se instalan en un humilde sector de Bella Vista (Gran Buenos Aires), donde viven los Oliva. El círculo vicioso se cierra perfectamente: esa televisión colabora con el atraso de esa gente, pero tampoco puede vivir sin ella.
A falta de ideas, cada conductor/a monta su propia telenovela. La trama puede girar alrededor de sí mismos, de Ángeles Rawson, Maradona, Silvia Süller o el último cadáver femenino encontrado por ahí. Con eso hacen un programa.
¿Política cultural?
El Gobierno nacional se jacta de tener una “política cultural”. La televisión, ¿no entra en el paquete, a pesar de ser el medio masivo por excelencia? Van a decir que Encuentros y Paka Paka son méritos de este Gobierno, pero en las provincias (incluye la de Buenos Aires) ambas señales se reciben sólo por cable. O en segmentos bien acotados, como hace Canal 10 de Córdoba (SRT).
Es real que en la última década hubo un decidido impulso al cine, la música, la edición de libros, el teatro, los museos y las fiestas regionales. Según el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA), esas actividades ya representan el 3,5% del Producto Interno Bruto Interno (PIB). Y generan unos 14 mil millones por año, más que la pesca y la minería, sin producir daño ambiental.
Sin embargo, el único gran éxito ha sido El secreto de sus ojos, con casi 2,5 millones de esperadores. Muy por detrás vienen Un cuento chino, Elefante Blanco o Dos más dos. Se espera que Metegol supere holgadamente el millón, y punto.
La triste verdad es que a la mayoría de las películas nacionales y las series de la TV Abierta (ex Canal 7), no las ve nadie. ¿Por qué será? ¿A alguien le importa? Es cierto que su realización genera empleo, pero uno tiene derecho a preguntarse si es empleo auténtico o son becas disfrazadas. La misma suspicacia nos genera el renovado proyecto de doblar al castellano la totalidad de los envíos extranjeros. Con lo cual le quitarán a los sordos una de los pocos accesos al entretenimiento audiovisual.
Sería mucho más provechoso que una décima parte de lo que se invierte en «cultura» vaya a los habitantes de los barrios marginales, para que ellos se pongan delante y detrás de cámara y cuenten su relación con Maradona, con las barras bravas, con la cumbia villera, con la droga.
Pero ese cambio en el uso de los fondos «culturales» sería una forma de educar, y a pocos les conviene. ■