Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Héctor Cometto (Periodista deportivo, analista en los ciclos informativos de Teleocho Córdoba). En las instrucciones para elegir en un picado, en Crónicas del Ángel Gris, Alejandro Dolina cita: “Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba era jugar…
… con sus amigos más queridos. Este criterio parece apenas sentimental, pero es también estratégico: uno juega mejor con sus amigos. Un equipo de hombres que se quieren y se respetan es invencible, y si no lo es, más vale compartir la derrota con amigos, que la victoria con los extraños o indeseables”.
Ya se sabe: el mundo no es un terreno fácil para los hombres sensibles, y menos el del fútbol. Estos tiempos dinámicos no permiten sellar y blindar la unión necesaria para enfrentar los grandes desafíos, como pasa en los clubes que cambian el plantel todos los años. Aun así, la Selección ha logrado fortificar un esquema de relaciones, armado desde las selecciones juveniles como base principal.
En el último amistoso en Europa, el plantel hizo una sobremesa que se extendió hasta las 5 de la mañana. “Eso puede ser más importante que un entrenamiento”, señaló Federico Fernández. El factor humano es una búsqueda constante de Alejandro Sabella, y lo viabiliza con la convocatoria permanente de los mismos hombres.
Como Salvador Bilardo mimó a Diego Maradona en el ’86, es una forma de hacer sentir bien a Lionel Messi, liderando un grupo afín, sin gestos altisonantes, que ya conoce y le respeta su instrospección, como sucede en el Barcelona. En definitiva, lo toman como es, como proceden los amigos, y la admiración es mutua.
Eso se notó en La Paz. La solidaridad los salvó, y cuando la técnica y la movilidad no alcanzaba, apareció el corazón para salvar al amigo. Amigo, más que compañero. Y en la Selección todavía se puede elegir, como en los picados.