Por Rosa Bertino. No se puede ir una de viaje, sin que a la vuelta se encuentre con un renovado desmadre. Hay cosas que superan la imaginación más febril. Por caso, que Jorge Lanata y el ¿empresario? Leonardo Fariña, flamantes separados, estén bajo el mismo techo.
Ambos, se «asilaron» en sendos departamentos del Faena Hotel, en Puerto Madero.
«Leo», como se lo conoce en el ambiente, había denunciado ante Jorge el supuesto enriquecimiento ilícito de la familia presidencial. Esto habría precipitado la ruptura con la modelo villamariense Karina Jelinek.
Menos de dos meses después, la señora Sarah Stewart Brown emplazó a Lanata. Éste armó valijas y enfiló también para el cinco estrellas. Hay gente que tiene estilo… para separarse.
Aclaremos que la situación puede cambiar o haber cambiado, dada la alta mutabilidad de sus protagonistas. Pero no quita que uno piense “Dios los cría, y ellos se amontonan”. Por alguna razón que todavía no hemos logrado dilucidar, la coincidencia civil y habitacional de Fariña y Lanata aún no fue explotada por los programas de chimentos. Lo más probable es que alguien haya logrado acallarlos. Y ese alguien tiene que pesar fuerte.
La desesperación de los chimenteros por una noticia o un mínimo escándalo, es más que evidente. Como no hay nada, no tuvieron más remedio que transmitir en cadena la separación del periodista Fabián Doman de la panelista Evelyn Von Brocke. Usted se preguntará, ¿quiénes son esos dos? La respuesta: son y trabajan en medios porteños. Aun así, tienen menos glamour que Virginia Lagos recibiendo el Martín Fierro.
Es muy difícil creer que Infama, Bendita TV o Implacables obtengan algún provecho de la separación Doman-Von Brocke. Pero era eso o seguir estirando el caso Mangueri (imputado por el homicidio de Ángeles Rawson).
Las Gambetas de Diego
La verdad es que todos apostaban a que Diego Maradona finalmente estaría con Susana Giménez. ¡Y en día lunes! Esto les iba a dar de comer una semana entera. Pero la negociación fracasó estrepitosamente, por motivos económicos. Buenas y malas lenguas aducen que el futbolista habría pedido medio millón de dólares, y que el canal no tuvo mejor idea que decirle a Susana que los ponga de su bolsillo. Ésta agarró y se fue a Punta del Este. Levantó el programa, y listo. Otra que también tiene estilo… para enojarse.
No se sabe qué anda peor: si la televisión o la política. Ambas adolecen de una falta absoluta de gente y de ideas, o del coraje para implementarlas. Es la tele la que no puede vivir sin Maradona o Tinelli. No el público. Pero vaya usted a convencer a dueños y programadores. ●