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Por Eugenio Gimeno Balaguer. Más de una vez escuché a Nelson Castro, en su programa El Juego Limpio decir que la Presidenta padecía el Síndrome de Hibris. Esto me llevó a explorar los vicios de la naturaleza humana y sondear a moralistas y filósofos para esclarecerme en sus apreciaciones.
Llegué a la conclusión de que el vicio es una cualidad real que conforma el hábito, apuntando a que los hábitos constituyen la personalidad del ser. Los vicios que destaca la moral cristiana son la soberbia, la avaricia, la lujuria, la gula, la envidia y la pereza.
Me propuse investigar si alguno de mis autores consultados privilegiaba a uno de ellos, es decir si habría algún “vicio capital”. En mi análisis descubrí tres: la gula, la avaricia y la soberbia, pero por amplia mayoría de mis referentes “picaba en punta” la soberbia.
Los esbozos más simples de su conceptualización consideraban a la soberbia como el deseo desordenado de preferencia a los demás. Profundizando en la búsqueda llegué a los griegos y descubrí que tenían una especie de ranking y en el puesto número uno estaba la que llamaban hybris y la definían como la desmesura engreída, la certeza de estar por encima de los demás, incluso de los dioses.
Haciendo un repaso en la historia de la humanidad vemos ejemplos sobresalientes donde el soberbio disfruta con el poder y vive en la desmesura y considera que todas las personas están a su servicio; dictan la ley y no se someten a ella, pudiendo destruir a quienes se opusieran a sus planes.
Lamentablemente, a veces hay una soberbia del convencimiento, que alardeando de defender lo bueno produce horrores en cadena. La hibris es el más inhumano de los vicios. Decían los griegos que la sanción a la hibris era la némesis: el castigo de los dioses, cuyo efecto era regresar al individuo dentro de los límites que cruzó.