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Ya no es novedad, la incorporación de lo policial a la grilla de la radio y la televisión. En la actualidad, es uno de los segmentos con más rating dentro de los informativos…
… casi a la par de deportes y espectáculos, y muy por encima de política y economía. Ciertos canales, como TN o América, tienen su criminólogo de cabecera, rol que cumple algún periodista avezado, comisario o fiscal retirado.
La tendencia empezó a consolidarse allá por 2004, con el secuestro y asesinato de Axel Blumberg. Hasta entonces éramos una sociedad donde “estas cosas no pasaban”. O por lo menos no pasaban a cada rato.
Hasta no hace mucho, estaba mal visto eso de andar husmeando entre las desgracias ajenas. Hasta que dejaron de ser ajenas. Hoy, el unitario Policías en acción es sólo una muestra del malsano interés del espectador por adentrarse en las profundidades del mal. O por hacer catarsis.
Los hechos aberrantes, como la violación y muerte de la chaqueña Tatiana Kolodziez, centralizan de inmediato la información. Entre el martes y el miércoles pasado, la horrenda noticia se difundió prácticamente en cadena. Pasa que la violencia sexual (o “de género”, un curioso eufemismo impuesto por la ideología hegemónica), ha adquirido ribetes alarmantes. Ribetes que esa misma ideología no sabe cómo explicar, ni menos prevenir.
En teoría, la mujer de ahora está advertida y cuenta con recursos institucionales para tener al “lobo feroz” a prudente distancia. Sin embargo, sigue teniendo el mismo problema que Caperucita: ¿cómo reconocer al lobo si se disfraza de vendedor, remisero o padre de familia?
Viendo crecer las estadísticas, resulta penoso escuchar a las personas supuestamente idóneas en el tema. No tienen nada nuevo que decir. No han avanzado nada. Ningún campo del conocimiento ofrece tantos flancos débiles y contradicciones como la sociología. Por ejemplo, mientras unos aseguran que las detenciones y la reclusión no solucionan nada, otros afirman que el remisero, un comprobado violador serial y probable homicida de Tatiana, no tendría que haber estado en libertad. En el inmenso medio estamos todos. Están las Tatianas, Natalias y Maritas y un par de tristes conclusiones.
Final con sugerencias: una, no abordar solas un auto de alquiler a la madrugada, ya que las remiserías y los dueños de taxis tienen mucha dificultad para conseguir peones nocturnos, por lo que «agarran» lo que venga; y dos, no hay que dejarse llevar por la prédica de la tele.