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Por Claudio Fantini. Buena gambeta de Michel Platini. El prócer del fútbol francés que lleva años presidiendo la UEFA, intentó habilidosamente eludir la ofensiva de Joseph Blatter para seguir al frente de la FIFA gracias al apoyo que recibe de Africa y de Asia. La jugada de Platini fue jugar con el príncipe jordano Alí Bin Al Hussein.
[ Nota del editor: en el marco del 65° Congreso de la FIFA en el Hallenstation de Zúrich se celebraron las elecciones presidenciales. Los resultados de la primera vuelta fueron: 133 votos para Blatter y 73 para Hussein. Este último, se bajo de la segunda vuelta y en consecuencia, Blatter fue reelecto como presidente. A partir de junio iniciará su quinto mandato.]
Más allá del resultado final de la jugada, ésta estuvo bien pensada, porque fue una jugada políticamente inteligente.
Al medio hermano de Abdulá II, el rey de Jordania, lo avalaba la experiencia, la formación y la conducta que tiene como funcionario del fútbol nacional e internacional. También lo avalaba ser un duro adversario de la dirigencia que la justicia norteamericana y el FBI descubrieron carcomida por la corrupción.
Pero pertenecer a una dinastía hachemita le daba un aval con peso en los países musulmanes. Sin embargo, no logró torcer los votos de muchos países africanos (sobre todo los del Magreb) y asiáticos que profesan el Islam.
Ser hachemí implica descender del clan Banú Hashim, que significa “los hijos de Hashim”, en referencia a Hashim ibn Abd al-Manaf, el bisabuelo de Mahoma. Por lo tanto, pertenecer a la dinastía hachemita que reina en Jordania implica ser descendiente del profeta del Corán.
El príncipe que enfrentó al poderoso Blatter tiene además el aval de ser hermano del rey Abdulá II, por ser el hijo del rey Hussein y de la reina Alia. Y Hussein de Jordania fue un lúcido y osado estadista que logró darle a su país un rol estratégico en el tablero del Oriente Medio y buenas relaciones con las potencias asiáticas y occidentales.
Hussein fue el único gobernante árabe que acompañó al egipcio Anuar el Sadat en el reconocimiento a Israel, sin embargo siguió siendo respetado por los otros países árabes.
Impulsar el reemplazo de Blatter por el príncipe jordano no alcanzó para modificar un tablero que también es fundamentalmente político. La primera reacción contra el tembladeral que provocó la Justicia norteamericana y el FBI al revelar el entramado de corrupción en la FIFA, fue la del presidente ruso.
Vladimir Putin despotricó diciendo que el objetivo de Washington es apropiarse del negocio global del fútbol e impedir que el mundial del 2018 se realice en Rusia. Posiblemente no esté errado; pero también es posible que el turbio jefe del Kremlin esté entre los sobornadores que compraron ilegalmente la sede de una copa del mundo.
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