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Por Eugenio Gimeno Balaguer. Cuando uno está en un contexto totalmente cambiante e imprevisible, trata de buscar “algo” donde asirse, algo que lo contenga o dónde apoyarse. Busca al menos un equilibrio entre los desafíos que se presentan y los recursos con que cuenta. ¿Qué hacer, qué habilidades debemos desarrollar?
A veces, y actualmente -con mucha frecuencia- constatamos que “tenemos la pólvora mojada”, o que nuestras armas carecen de la precisión para “dar en el blanco”, simplemente porque el blanco “no sabemos dónde está”.
Si alguno de los lectores ha tenido la fortuna de hacer cumbre en el Aconcagua, habrá “sufrido” una experiencia similar a la de nuestros empresarios y ejecutivos.
Cuando sólo faltan 600 metros para hacer cumbre, después de un largo recorrido (diríamos una larga y sufrida trayectoria empresaria), se encuentra con una “sorpresa”: “la canaleta”, un recorrido de poco más de 400 metros que necesariamente debe pasar si quiere hacer cumbre (continuar como empresa) porque las alternativas son lapidarias: el regreso a la base o la muerte. De un lado está la pared totalmente lisa, el precipicio y del otro, el glaciar. Y atravesar la canaleta requiere habilidades que pocos alpinistas desarrollan.
En la canaleta hay piedras redondas que cuando alguien quiere buscar en ellas estabilidad, refugio, descanso, seguridad, cae sin remedio y puede descender en caída libre por la montaña varias centenas de metros en pocos minutos o, incluso, perder la vida.
¿Cómo hacen los que pasan? Desarrollan un habilidad que es “tocar y salir”, esa rara habilidad que brilla en todo tipo de actividades destacadas frente a situaciones extremas. Hemos visto en fútbol, en básket genios del “tocar y salir”, armando jugadas que “diluyen cualquier cerrojo.”
Mediante esa habilidad, hacen el equilibrio necesario para tener el apoyo suficiente para dar un nuevo paso sobre otra piedra y luego sobre otra, y así atravesar la canaleta. Por supuesto una cosa es decirlo y otra hacerlo en un lugar que como mínimo tiene vientos de más de 100 kilómetros por hora y donde una buena temperatura es de unos 20 grados debajo del cero.
En ARGEX, en Villa del Dique, hacemos simulaciones que metafóricamente recrean condiciones, en las que uno tiene que revisar sus armas y su pólvora en miras a escenarios hostiles, inesperados, cambiantes “al toque”. En las propuestas de actividades, el aquí y ahora se impone.
Hemos desarrollado ejercicios que simulan las condiciones por las que pasan las organizaciones, los participantes se “vacían de ideas viejas y se concentran en el camino y en el esfuerzo por recorrerlo”.
Para la mayoría de nuestros participantes no es tan clara la noción de por qué vienen y qué se quieren llevar, pero en la mayoría se insinúa. Algunas manifestaciones realizadas por ellos después de la experiencia en ARGEX:
Estas afirmaciones hablan por nosotros de la eficacia de la propuesta.