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Por Juan Turello (Publicado en La Voz del Interior, el domingo 10 de febrero de 2013). Los meses de verano han dejado de ser un tiempo de descanso en el país para convertirse en días intensos en materia de coyuntura económica.
La disparada del dólar blue y de los precios nos sobresaltó en enero. El viernes 1° de febrero el Fondo Monetario Argentino (FMI) amonestó a la Argentina por la falta de credibilidad de los datos estadísticos sobre inflación y crecimiento. Al día siguiente, el ministro de Economía, Hernán Lorenzino (en Twitter: HernanLorenzino), anunció que a fines de año habrá un “índice nacional” (para corregir el actual indicador en el cual nadie cree), pero no dio precisiones.
Y lo más sorprendente: por esas horas, el polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, reunió a los supermercadistas y les anunció un “acuerdo”, dispuesto de modo unilateral, para congelar los precios por 60 días. Y, luego, al ver la popularidad de la medida, decidió poner también en el freezer a electrodomésticos, electrónicos y hasta útiles escolares. ¡Vacaciones para las remarcadoras!
Todo esto en medio de la trepada de 16 por ciento del dólar blue en enero (sólo se detuvo cuando banqueros y cambistas amigos del Gobierno salieron a vender) y una inflación de entre 2,5 y 2,9 por ciento, según mediciones privadas. Ante el temor de que las paritarias terminaran por desatar una peligrosa carrera entre precios y salarios, Moreno apareció con la solución de “congelar todo” por 60 días.
¿Y cuál es el plan antiinflacionario? ¿Qué sucederá el “día 61”? Esos “acuerdos” ¿se prorrogaran otros 60 días o las remarcadoras volverán de las vacaciones para dedicarse a actualizar los precios como no se hizo en dos meses?
La presidenta Cristina Kirchner (@CFKArgentina) ejerce el gobierno en forma radial, es decir, todas las decisiones la tienen como centro, pero cada una de las áreas de la política económica parece funcionar en forma autónoma: Moreno, Axel Kicillof, Banco Central, Afip. Sin señales claras y un mensaje único, empresas y familias están atrapadas por las versiones que circulan a través de Internet, del “boca en boca”, de los análisis económicos. La incertidumbre domina un escenario en el que la actividad viene de fuertes caídas: en 2012 la industria retrocedió 1,2 por ciento y la construcción, 3,2 (la peor de la última década).
La recuperación que se insinuó en los últimos meses puede entrar en una parálisis ante una medida coyuntural (el congelamiento de precios), que se ha convertido en el eje de la política económica, pero no se sabe qué plan hay detrás y cómo se saldrá de ella.
La memoria de los argentinos ya vio esta película sobre cómo fracasaron los planes “Inflación Cero” (Perón-Gelbard, 1984), Plan Austral (Alfonsín-Sourrouille, 1986), Plan Primavera (Alfonsín-Sourrouille, 1987), la convertibilidad (Menem-Cavallo, 1991) y los “acuerdos” (carne, trigo, maíz) que instrumentó Moreno bajo los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner. Por supuesto, no todas las condiciones son iguales.
¿Qué va a suceder con el dólar paralelo? ¿El Gobierno desdoblará el mercado cambiario, con un dólar comercial (exportaciones e importaciones) y financiero (turismo)? ¿Vuelve la Junta Nacional de Granos para “apropiarse” de la renta sojera? ¿Habrá un cambio de moneda hacia Semana Santa, cuando se lanzaría el “peso federal”, como reveló Julio Cobos, y con ello se produciría una devaluación para sincerar el valor del dólar (algo que Venezuela realizó este fin de semana, en una situación asimilar a la Argentina?
Todo es posible, más aún, cuando la Presidenta sostuvo en cadena nacional, el 25 de enero, que “los controles (de precios) no sirven” y apenas una semana después apareció Moreno para pasar una película que ya vimos. En esta, aún no se sabe cuál es el argumento central.