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Por Juan Turello. El deporte pone en evidencia, a veces, la situación económica y el valor de la moneda de un país. Por caso, tres de los cuatro semifinalistas de la Copa Libertadores de fútbol son brasileños. Otros equipos de ese país también tienen un papel protagónico en la Copa Sudamericana. El seleccionado nacional de Brasil acaba de consagrarse bicampeón olímpico en Tokio. Observado de este lado, es la primera vez en 11 años que la Argentina no tendrá ningún equipo de fútbol en las instancias decisivas de estos torneos. ¿Qué nos dice el peso sobre todo esto?
Está claro que los clubes del vecino país tienen el suficiente respaldo económico para pagar mejores sueldos, y que la moneda tiene más estabilidad, señala mi nota en La Voz.
La inflación en Brasil fue de 4,3% en 2019 y de 4,5% en 2020, mientras nuestro país multiplicaba por 10 ese indicador.
Por supuesto, en el fútbol también pesa el factor humano, como lo demostró la Selección Argentina al ganar la Copa América, aunque el equipo estuvo conducido por superprofesionales que juegan en Europa.
El deporte es apenas un reflejo de la decadente economía local que en la última década retrocedió ocho puntos porcentuales en relación con el nivel alcanzado en 2011.
El salario real en Argentina es el más bajo de los últimos 10 años, según un informe del economista Santiago Bulat.
La gestión de Alberto Fernández se ha resignado frente a la suba de precios y su único objetivo es que el índice no perfore el techo del 3% de aquí hasta las elecciones.
Pero, hay una mala noticia. Los alimentos subirían entre 3,2 y 3,4% este mes, pese a la baja en las frutas y la moderación del precio de la carne.
Para retomar la iniciativa, el presidente Alberto Fernández encabezó la primera reunión del gabinete nacional en 20 meses de gestión. No hubo anuncios trascendentes.
El Gobierno pondera la recuperación de 2,5% en junio con respecto a mayo y de 10,8% en relación con igual mes de 2020, cuando regía el aislamiento.
Sin embargo, los datos oficiales muestran que la actividad aún está 2,1% por debajo de junio de 2019.
Con todo, se espera una mayor dinamismo en el trimestre julio-septiembre, cuya velocidad -para la última parte del año- estará marcada por la calidad sanitaria y el resultado electoral.
“Habría un segundo semestre positivo para la actividad, de no mediar eventos cambiarios o sanitarios disruptivos. Esperamos que los niveles actuales al menos se mantengan durante la segunda mitad del año”, augura la consultora Ecolatina.
El brusco despertar de las cotizaciones del dólar fue sofocado por el Banco Central con la aplicación de un nuevo cepo a las operaciones de los dólares financieros y por la intervención para contener el blue.
Los analistas leyeron con preocupación que mientras el superávit comercial de julio alcanzó la mejor cifra de los últimos meses: 1.537 millones de dólares, por contrapartida, la cosecha del Banco Central fue escasa.
Las reservas apenas se incrementaron 144 millones, el 9,3% de las divisas ingresadas, lo que mostró el esfuerzo que hizo -y sigue haciendo- el Central para contener al dólar.
El valor oficial del dólar se actualiza prácticamente a la mitad de la inflación mensual, una distorsión que -tarde o temprano- el mercado corregirá.
En forma paralela, el organismo que conduce Martín Pesce ya giró al Tesoro 200 mil millones de pesos en apenas 11 días de agosto, bajo el ficticio argumento de “giro de utilidades”.
Los analistas prevén que la economía de aquí al 14 de noviembre transitará por un delicado desfiladero, a cuyo lado se encuentran los abismos de la cuestión sanitaria, con la variante Delta en plena expansión, y el del festival de pesos, con su impacto en los precios.
Las demostraciones en las calles de los piqueteros revelan que la cuestión social es la otra foto que golpea al Gobierno, cuyas promesas de recuperación y de empleo suenan hoy como goles en contra de un fútbol empobrecido.