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Por Juan Turello. El viaje de Alberto Fernández por Francia, Indonesia y España, a quien acompañó Sergio Massa en la Cumbre del G20, no logró ocultar la preocupación del Gobierno por la falta de dólares. A la par, en Buenos Aires, la crisis se aceleró porque nadie quiere los pesos. El mayor anuncio de un periplo de 10 días fue que China autorizó a usar, como si fuese un crédito, unos 5.000 millones de dólares de un swap (intercambio) de monedas por 18.500 millones. ¿Qué hay detrás del anuncio?, según mi nota en La Voz.
El préstamo estará vigente dentro de un mes. No se informó la tasa del crédito ni cuál será el costo del pase de yuan (la moneda china) a dólar, según advirtió el economista Diego Dequino, exdirector del Banco de la Nación.
«Argentina tiene disponibles 10 mil millones de dólares para trabajar en el mercado único y libre de cambios”, dijo Massa.
El “sincericidio” de Massa también conlleva un reconocimiento de que las reservas líquidas reales son escasas.
Si se descuenta el préstamo de China, las reservas reales de la Argentina están por debajo del pronóstico de los economistas privados, que las habían calculado en 6.000 millones.
En lo que va del mes, el Banco Central ya entregó unos 970 millones al mercado, que casi duplican las ventas de octubre.
Los dólares financieros y el blue salieron del letargo en las últimas semanas, por varias razones.
La principal está ligada al temor de que el Tesoro nacional no pueda afrontar el pago de elevados vencimientos, porque el mercado es reacio a prestar todos los pesos que necesita para financiar el déficit fiscal.
Dos calificadoras internacionales le bajaron el pulgar a la deuda en pesos.
Standard & Poor’s sugirió la posibilidad de que hubiera «incumplimientos» en abril, mayo o junio, previo a la campaña electoral.
¿Qué significa “incumplimientos”? Que la deuda se refinanciará con un “pagadiós” del Estado nacional.
¿Por qué hay exceso de pesos? Porque el Gobierno no logra refinanciar la totalidad de los vencimientos; entonces, una parte vuelve al mercado y se coloca en dólares; porque el Banco Central emite pesos para comprar bonos y evitar una debacle, y por la pelea política, coinciden analistas.
“El Gobierno no quiere devaluar; por eso, Gabriel Rubinstein salió a hablar del tema, casi seguro presionado por los técnicos del FMI que están en la Argentina revisando las cuentas”, señaló un observador económico.
Más preocupados por los precios que por las atajadas de “Dibu” Martínez en Qatar, los argentinos quieren que el Gobierno ataje la arremetida de los precios.
En la primera quincena, la suba promedio fue de 4,5%, según el Centro de Almaceneros Córdoba, que volvió a cuestionar el programa Precios Justos.
De los 57 ingredientes de una canasta básica, 26 no participan de Precios Justos; hay 63 productos que son de bajo consumo en el verano, apuntó en un informe.
“La inflación seguirá siendo alta este mes y en diciembre”, sentencia Germán Romero, director del Centro de Almaceneros.
El escenario es muy complicado: el Gobierno carece de dólares, por lo que las fábricas están ralentizando su actividad (la actividad cayó 3,6% en septiembre, señaló la Unión Industrial Argentina).
Nadie quiere los pesos y la inflación se estacionó en un escalón de entre 6% y 7%.
Massa y Rubinstein admiten que una devaluación brusca podría disparar una hiperinflación, porque el Gobierno carece de un plan sobre otras variables, además de que no goza de apoyo social.
Dos de cada tres argentinos tienen una imagen negativa de Alberto Fernández, según coinciden las encuestas.
El Gobierno espera que el Mundial “tape todo”. El periodista Gonzalo Bonadeo -un experto en la cobertura de mundiales y Juegos Olímpicos- le echó un balde de agua fría a ese sueño: “jamás pasó”, sentenció.