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Por Gastón Utrera (Economista, presidente de Economic Trends, @gastonutrera). Emitir al 40% anual y tener una inflación de “sólo” 25% anual y un dólar paralelo relativamente estable, parecía un milagro monetario. Pero no había nada místico…
… en torno a esto. Era simplemente consecuencia de un efecto colateral de las restricciones a la compra de dólares, que obligaba a utilizar pesos para transacciones que antes se hacían en dólares, como las operaciones inmobiliarias. Utilizando más pesos, la economía absorbía parte de los pesos que emitía el Banco Central, sin agregarle más combustible a la inflación y al dólar.
Tal vez las autoridades económicas no comprendieron bien lo que estaba ocurriendo. Y terminaron haciendo desaparecer aquello que parecía un milagro. Al dejar subir el dólar, el Gobierno comenzó a dar la señal de que es buen negocio comprarlo, ya que si la cotización va siempre para arriba, comprar dólares es una apuesta segura.
Y a medida que se va haciendo cada vez más atractivo comprar dólares, a cualquier precio, cada vez resulta menos atractivo realizar operaciones en pesos, como la compra de inmuebles, por ejemplo. Pero esta decisión libera pesos. El efecto inverso al que favorecía la estrategia oficial de financiar déficit fiscal con emisión monetaria. Si el cepo cambiario obligaba a usar más pesos, la suba sistemática del dólar paralelo vuelve esos pesos al mercado, presionando la cotización del dólar.
¿Qué queda ahora? Tres posibilidades, que seguramente está evaluando el Gobierno.