Por Juan Turello. Las encuestas siguen mostrando que hay una renovada esperanza sobre la gestión que Javier Milei comenzará el próximo domingo, pero el temor a una “estanflación” creció en los últimos días, señala mi nota en La Voz.
La posibilidad de un prolongado estancamiento e inflación alta -de allí el acrónimo “estanflación”- encendió las alarmas, por el temor a la pérdida de empleos y al cierre de fábricas y comercios. Repasemos la actual coyuntura.
“Argentina atraviesa una estanflación desde hace 12 años, con ciclos de aumento y de caída de la actividad”, señala el economista Diego Dequino.
El país tiene prácticamente el mismo producto interno bruto (PIB) que en 2011, en términos reales.
La industria y la construcción retroceden desde mediados de año. El comercio minorista lleva 18 meses ininterrumpidos de caídas interanuales en la provincia de Córdoba, según la Federación Comercial (Fedecom).
En noviembre, la baja fue de 5,9% frente a igual mes de 2022; la más pronunciada desde mayo de 2021.
La Cámara de Comercio de Córdoba admitió que la caída fue más pronunciada en las galerías comerciales, donde la cantidad de locales desocupados es notable.
El fuerte aumento de los precios no se detuvo en las dos semanas posteriores al balotaje.
¿Razones? La salida del irrisorio programa Precios Justos, que se cumplía en parte en la Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense.
Los combustibles subirán antes de fin de año y aún falta la actualización de tarifas, con impacto en alimentos y bebidas.
También pesa la actualización de bienes y servicios que estuvieron casi congelados durante los 16 meses de gestión de Sergio Massa, con la promesa de facilitar las importaciones, primero, y luego por especulación electoral.
“La estanflación es una catástrofe social”, dijo Cristina Kirchner, quien prohijó la llegada de Alberto Fernández y acompañó la candidatura de Sergio Massa.
No hubo autocrítica de una gestión de cuatro años, que llevó a la Argentina al podio de la inflación mundial y sumergió en la pobreza a casi la mitad de la población.
Massa reapareció para la foto con los gobernadores actuales y electos, a quienes prometió un aporte por más de 230 mil millones de pesos, para pagar aguinaldo y sueldos.
La billetera para todos y todas (que alimentará la alta inflación) no termina ahí: hubo fondos para empresas públicas deficitarias y áreas que serán suprimidas con la llegada de Milei.
Cuando sólo faltan pocos días para que asuma, el plan económico de Milei sigue siendo una incógnita, más allá de la garantía que ofreció Luis Caputo de desarmar “la bomba de las Leliq”.
Hay pocas señales sobre cuál será la política cambiaria (¿habrá dos tipos de dólar: financiero y comercial?); qué hará con los pesos en circulación y qué impuestos se mantendrán y cuáles serán eliminados, entre las principales dudas.
La “ley ómnibus” que prepara el equipo de Milei tendría más de 500 páginas; el plan sería anunciado en la Asamblea Legislativa.
Para su aprobación, necesitará el apoyo de legisladores de otros partidos. Juan Schiaretti y Martín Llaryora anticiparon que acompañarán el inicio de gestión.
El gobernador electo, sin embargo, no está de acuerdo con profundizar la caída en la actividad con la supresión de la obra pública. “¿Qué necesidad hay de una estanflación más profunda?”, pregunta.
Llaryora ya gestionó préstamos en sus giras por Estados Unidos, por los países árabes y por España.
El futuro gobierno de Milei genera esperanzas, pero también el temor a una fuerte crisis en el tejido social, cuyos efectos políticos se sentirán en las calles.