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Por Gastón Utrera. Los ’80 son recordados en la Argentina como la década perdida, en la cual el Producto Interno Bruto (PIB) cayó 10.8% y la inflación fue siempre superior al 80% anual, llegando en 1989 a un impresionante 4.924% anual.
En contraposición con esa década perdida, la presidenta Cristina Kirchner se refiere insistentemente al período iniciado el 25 de mayo de 2003 como la década ganada. Con esa consigna festejará mañana con un gran acto el aniversario de la asunción de Néstor Kirchner.
Es un poco engañoso poner toda la década en la misma bolsa, ya que incluye dos períodos muy diferentes: hasta 2007, y desde 2008 hasta ahora.
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■ 1° Período (2003-07): el crecimiento y la inflación fueron, en promedio, del 8,8% y 13,3%, respectivamente, mientras que la competitividad cambiaria (medida contra Brasil) subió 29,4%.
■ 2° Período (2007-13): fue muy diferente: el crecimiento y la inflación fueron del 5,4% y 21,8%, mientras que la competitividad cambiaria cayó 34,4%.
Pero aun cuando mezcláramos períodos tan diferentes, hay algo que no cierra en la definición de década ganada. La soja vale hoy aproximadamente el doble que hace 10 años, y algo similar ocurre con el conjunto de las exportaciones argentinas, que valen hoy 80% más (con importaciones que aumentaron sólo 30%). Es reflejo de un contexto internacional excepcionalmente favorable. Y, sin embargo, la pobreza está hoy en torno al 27% (Observatorio Social – Universidad Católica Argentina), nivel similar al de finales de los ’90.
Con pobreza similar a la de los ’90, con una enfermedad anacrónica, prácticamente erradicada del mundo, como la inflación, con viejos problemas como el déficit fiscal y el atraso cambiario, y con viejas recetas como congelamientos de precios, campañas populares de fiscalización de precios y controles sobre el dólar, da la impresión de que, en realidad, estamos frente a una década desperdiciada.