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Por Rosa Bertino. Cómo se debe estar riendo Tinelli … “¿Viste, Guillo, que sin mí no son nada (empezando por tu ex)?”, le estará diciendo a su actual pareja, Guillermina Valdés, en referencia al panorama televisivo. Según chimentos, no la llama “Guille” sino “Guillo”. Como se recordará, Valdés era esposa de Sebastián Ortega, programador de Telefe, un canal que este año no pega una. Vecinos en Guerra, Celebrity Splash y Aliados no rinden lo esperado, y el tufillo alcanza incluso a Susana Giménez.
Como se puede ver en las revistas, “Marce” le está sacando jugo al impensado año sabático. Un concepto bastante desvirtuado, ya que en realidad proviene de la licencia que los académicos pueden pedir cada siete años.
Se lo toman para descubrir una nueva bacteria o reflexionar sobre el sentido de la existencia. No para rajarse a Miami y sacarse fotos cuidadosamente retocadas. Pero bueno, así anda este mundo.
Tinelli puede descansar, sin afligirse por los sueldos de los muchos empleados de Ideas del Sur. Se los estaría pagando la persona que le aseguró que la ley de medios le permitiría comprar un canal de aire. Con una pequeña «ayudita» de sus amigos, claro está. Pero los jueces atornillaron la medida cautelar, y la ley no salió. Y vaya a saber cuándo y cómo sale.
Si alguien me pregunta, yo me atrevo a decirle que ninguna norma mejorará los contenidos televisivos.
La TV no figura en la agenda de nadie, aunque sea inseparable de la desnutrición intelectual que aqueja a buena parte de la población. Sólo interesa quiénes pueden ser dueños de medios, y no lo que harán con éstos. Al menos, así parece.
Mientras tanto, obligados a llenar segundos y con un caso policial que se extingue sin remedio (el de Ángeles Rawson), se abocan a propalar rumores infundados.
Hasta los noticiarios centrales le dedicaron un segmento completo al supuesto acoso sufrido por Calu Rivero durante las grabaciones de Dulce Amor. Ése habría sido el motivo de su abrupta separación de la tira. A su personaje (Natacha) lo tuvieron que matar o mandarlo a un viaje sin retorno. En la ficción, ella lo acosaba a Juan Darthés (Julián). Pero en el set, era a la inversa. Eso dicen. Parece que el actor interpretaba las escenas de amor con mucho realismo.
El chimento, nunca confirmado, midió más puntos que las zambullidas, los sifonazos o las lágrimas de gordos arrepentidos con que buscan entretener los programas de entretenimientos.
¿Qué será de la tele (y de nosotros), cuando no podamos apelar más al “parece que …”? ●
Nota relacionada:
■ La muerte les gana a todos en el rating.
■ El abordaje mediático del caso Ángeles Rawson.