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Por Héctor Cometto. Todo lo que logre José María «Pechito» López será poco para él. Y también para los que lo siguen. Y para los entendidos. Es que siempre se propuso la excelencia mayor, la cumbre más alta. Sus condiciones y profesionalismo lo llevaban.
Y cada vez que estuvo cerca algo se desmoronó. Y pareció llevarse en la caída lo que había conseguido.
José María “Pechito” López festejó en Río Hondo otra conquista internacional en el WTCC, ratificando que en el auto en que se suba, rinde. Ganó en una de las principales categorías de turismo, volviendo a contactarse con el mundo, como cada vez que puede, siempre en el intento de superar aquella fallida búsqueda de una butaca en la Fórmula 1 en 2010.
Desde sus comienzos en en el karting estaba predestinado a llegar a lo más alto.
Ya en 2000 es principal tester de Renault, escudería campeona en 2004 con el asturiano Fernando Alonso. No pudo cubrir ese último trecho a la máxima altura en automovilismo, ascenso que tiene que ver principalmente con el aporte económico, y no solamente con las cualidades conductivas. Y los argentinos se destacan por lo segundo, no por lo primero.
En la Argentina ganó todo y estuvo a punto de lograr la triple corona cuando una mancha de aceite le sacó la del TC, teniendo la de TC 2000 y Top Race V6.
Es hora de valorar lo logrado por el piloto de Río Tercero por lo que fue y es, y no por lo que podría haber sido. Y ojalá que él también lo considere así, para que disfrute y sea feliz con lo que consiguió. Como en la definición de utopía de Galeano; tal vez no lo espere la bandera a cuadros en el horizonte, pero avanzó velozmente hacia ella. ●