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Por Claudio Fantini. Sólo un puñado de años atrás, las cumbres de los líderes bolivarianos encabezaban los titulares de los diarios y colmaban espacios de radio y televisión. Las reuniones de ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de América eran exultantes, irradiaban vigor y ametrallaban de consignas al continente entero. Pero la cumbre del domingo en Caracas, lo que irradió fue aislamiento y debilidad.
Los cuatro presidentes que estuvieron en Caracas fueron la imagen de la soledad. Nicolás Maduro, junto a sus invitados Raúl Castro, Evo Morales y Daniel Ortega, no pudieron convertir el encuentro en un mensaje de vitalidad y energía para los seguidores de la revolución bolivariana en Latinoamérica. El mensaje que dejó la cumbre fue de un movimiento que pierde fuerza hasta volverse famélico.
La última postal de Caracas muestra que el ALBA parece convertirse velozmente en crepúsculo.
Por un lado, faltaron presidentes cuyos gobiernos integran el ALBA. Por otra parte, cuando se conmemoraba un nuevo aniversario de la muerte de Hugo Chávez, líderes que ya no gobiernan pero que fueron firmes aliados del exuberante líder caribeño, debieron estar y no estuvieron ese domingo.
Por caso, Lula y Cristina Kirchner. Por los acosos judiciales que padecen, más graves en el caso de la ex presidenta argentina, a los dos ex mandatarios les habría convenido mostrarse rodeados de gobernantes supuestamente unidos por un mismo modelo socioeconómico.
Ni siquiera estuvo Rafael Correa, que aún preside un Estado miembro del ALBA. Son ausencias reveladoras. Y la explicación no es que Donald Trump resulte intimidante, sino que la compañía de Maduro resulta calcinante. eunirse con el presidente venezolano en Caracas incinera, en lugar de vigorizar la imagen de cualquier líder.
Para el nicaragüense Ortega no es problema, porque acaba de iniciar un nuevo mandato; el castrismo no tiene que someterse a pruebas electorales y Evo Morales ostenta una lealtad a prueba de todo. Pero la verdad es que ni Ortega ni Morales tienen un modelo económico como el chavista.
Tampoco Correa hizo chavismo económico. Más allá de la excusa para justificar su ausencia, el presidente ecuatoriano sabe que posar junto al responsable de la debacle económica venezolana y de que haya presos políticos en cárceles militares, pone en riesgo las chances de su candidato, Lenin Moreno, en el complicado ballotage que tiene por delante.
En síntesis, la postal de Caracas muestra que el ALBA parece convertirse velozmente en crepúsculo.