Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Si 2020, que fue el año de la pesadilla, quedará también en la historia como el de la proeza científica por la creación en tiempo récord de vacunas; 2021, que será el año de la resistencia tenaz del coronavirus, deberá quedar en la historia como el año de la “proeza política”.
Esto es, la posible conformación de una alianza global para terminar con la pandemia.
La amenaza alcanza una dimensión que obliga a los gobernantes, en particular de las superpotencias y a los de las de mediana envergadura, a calzarse el traje de estadistas para integrar una coalición internacional destinada a organizar en tiempo récord una campaña mundial de vacunación
La competencia geopolítica y las pujas por el liderazgo económico y tecnológico deben quedar de lado cuando lo que está bajo amenaza es la humanidad toda, y lo que está siendo afectado es la economía global.
No importan las diferencias culturales ni los intereses enfrentados. Si los líderes de las grandes potencias no inician el camino hacia la lucha contra el coronavirus, ningún país podrá afrontar los futuros desafíos de la era de pandemias que ha comenzado.
Franklin Roosevelt y Winston Churchill estaban en las antípodas de Iósif Stalin, pero la amenaza global que representaba Adolf Hitler hizo que, como grandes estadistas que fueron, entendieran la urgencia de una alianza militar con la Unión Soviética.
A la urgencia de alianzas difíciles la impone hoy la pandemia. Será imposible vencerla si el ataque contra el virus no es global y coordinado.
De nada sirve reducir los contagios en una parte del mundo, si los contagios crecen en otra parte del planeta. Sin una alianza para la vacunación, el virus reaparecerá indefinidamente, diezmando poblaciones vulnerables y debilitando la economía global y la de cada uno de los países.
En 2020, tres factores posibilitaron la proeza científica de crear vacunas potentes en tiempo récord: la circunstancia excepcional que obligaba la aceleración de los tiempos; el salto en el desarrollo tecnológico dado por los laboratorios en los últimos años y el alto nivel de interconexión alcanzado entre laboratorios, universidades y otros centros de investigación y desarrollo científico.
En la fase 2021 de la lucha contra la pandemia, al principal desafío lo impone la resistencia que opone el virus a través de sus mutaciones permanentes y cada vez más aceleradas.
La aceleración y alcance global de las campañas de vacunación parece el arma más eficaz, pero fundamentalmente indispensable, para afrontar esta fase de la guerra contra la pandemia.
Si la alianza internacional a la que obligó el nazismo en el siglo 20 fue militar, la alianza a la que obliga el coronavirus es científica, tecnológica y logística.
La alianza global no sólo es indispensable para enfrentar era de crisis sanitarias que ha comenzado. También lo es para enfrentar lo que engendra esta era de pandemias: el calentamiento global.
De nada sirve que un grupo de países y potencias tomen medidas para controlar el cambio climático, si otros países siguen actuando como si el problema no existiera.
O se establece una alianza global que globalice las medidas contra el cambio climático, o el peligro que corre el hábitat de la humanidad seguirá creciendo.