Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Primero fue un rumor, pero ya se dice en voz alta. No es seguro que ocurra, pero existe la posibilidad de que las dos grandes alianzas (Frente de Todos y Juntos por el Cambio) y se dividan en la antesala de los comicios.
De tal forma, la elección de tres tercios se convertiría en una elección de cinco bloques, a partir de la partición de las coaliciones mayoritarias, además de la fuerza de Javier Milei.
En el oficialismo crece el enfrentamiento entre quienes quieren un candidato único y los que quieren que la candidatura se resuelva en las Paso.
Los rumores se fundamentan en la indignación que le producen a Sergio Massa y a Cristina Kirchner el desafío de la fracción que reúne a los Fernández (Alberto y Aníbal), con Daniel Scioli y Victoria Tolosa Paz, además de Agustín Rossi y otros peronistas que pretenden la “deskirchnerización
El nuevo nombre de la alianza del kirchnerismo y el massismo sería Unidad Renovadora, por la fusión del partido de Cristina (Unidad Ciudadana) y el Massa (Frente Renovador).
En la vereda de enfrente, Patricia Bullrich y Mauricio Macri, acompañados por Ricardo López Murphy, harían un bloque que podría acercarse a Javier Milei.
Mientras que el grueso del radicalismo, junto con la Coalición Cívica, de Elisa Carrió, y el sector del PRO que adhiere a Horacio Rodríguez Larreta buscarían una alailnza que integre al peronismo no-kirchnerista, que expresa Juan Schiaretti.
El proclamado “frente de frentes” se denominaría Juntos Hacemos, aunque sonaría mejor Hacemos Juntos.
Todo está en el terreno de las versiones. Lo cierto es que ambas coaliciones atraviesan turbulencias internas de gran intensidad.
Entre las causas del tembladeral en Juntos por el Cambio hay mediocridades, rencores y mezquindades propias de la baja política.
Las convulsiones son un trance inevitable, incluso lógico, en una fuerza con la posibilidad cierta de alcanzar el poder.
La crisis que sacude al FdT es por la posibilidad cierta de una derrota durísima, mientras que la de JxC es por la probabilidad de una victoria.
La puja se da en el PRO, porque esa fuerza política ha conseguido convertirse en la cabeza de la coalición.
La principal diferencia entre Rodríguez Larreta y Bullrich se da sobre la interpretación de lo que falló en el gobierno Macri.
Bullrich coincide con el ex presidente en que el error fue no haber hecho velozmente las reformas del Estado y en la economía.
Para Rodríguez Larreta la falla determinante fue no haber sabido construir los consensos necesarios para encarar una verdadera transformación, que saque al país del pantano en el que lleva décadas hundiéndose.
Ambos señalamientos tienen parte de la razón.
El “gradualismo” terminó fracasando porque ni siquiera inició las más indispensables reformas, lo que dejó al país sin inversiones; un vacío que se llenó con endeudamiento.
Macri no hizo reformas ni construyó la base de sustentación necesaria para aplicarlas y sostenerlas en el tiempo.
Por cierto, con su desenfreno demagógico y salvajismo político, la oposición tuvo un porcentaje inmenso de responsabilidad en aquella frustración argentina.
Si bien el proceso transformador no debe tener una lentitud pasmosa, tampoco debe cobrar una velocidad que ponga en riesgo la continuidad y la consolidación.
En ese punto, la mirada radical-larretista-carriocista es más completa que la de Bullrich y Macri.
Hay otro paso que el jefe de Gobierno porteño y los radicales intentan dar, pero exhibiendo torpezas que los hacen tropezar, haciendo que la coalición trastabille.
Esas torpezas y tropiezos no quitan validez al hecho de que ese eje centrista también parece entender mejor la necesidad de quitarles al kirchnerismo el ropaje peronista que impuso Cristina Kirchner.
La vicepresidente siempre menospreció esa identificación, aunque comenzó a refugiarse en el peronismo recién cuando creció el asedio judicial por las causas de corrupción que la involucran.