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Por Claudio Fantini. ¿Habrá Cumbre de las Américas entre el 6 y el 10 de junio próximos? ¿Podrá el presidente Joe Biden dejar afuera del encuentro del que será anfitrión a los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua? La piedra en el zapato que molesta la marcha de Biden hacia Los Ángeles es el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien intentará convertirse en la voz de los desplazados.
La lista de invitados que inicialmente confeccionó el mandatario norteamericano dejaba afuera a Díaz Canel, Nicolás Maduro y Daniel Ortega, pero AMLO se amotinó y logró que otros presidentes centroamericanos se sumen a la causa “que participen todos”.
El desplante abre un debate necesario, porque ese instrumento regional sería más eficaz si a problemas que no tienen que ver con la democracia y los derechos humanos, los aborda con todos los gobiernos que imperan sobre territorios y poblaciones, sean o no democráticos.
Lo que cabe reprochar a AMLO es su silencio cómplice con el autoritarismo de los regímenes de Cuba, de Venezuela y de Nicaragua.
El riesgo es que terminen siendo mayoría quienes desistan de ir a Los Ángeles, con la suma de presidentes que, como el guatemalteco Alejandro Giammattei y el salvadoreño Nayib Bukele, quieren ausentarse para no ser blanco de los cuestionamientos que Washington les viene haciendo por sus derivas autoritarias.
En las próximas horas y días se sabrá que tanta marcha atrás dará Biden en su postura inicial y si alcanzará para salvar la Cumbre que lo tendrá de anfitrión.
AMLO puede tener éxito en este rol de justiciero, aunque esté claro que defiende esos regímenes porque comparte con ellos una cultura ideológica autoritaria.
Si tiene éxito es porque corresponde debatir el absurdo derecho de los anfitriones a confeccionar la lista de invitados.
Sería bueno que existan foros en los que sólo participen gobiernos democráticos.
Las Cumbres de las Américas serían más útiles a la hora de coordinar acciones para enfrentar problemas como cambio climático, pandemias globales y crisis migratorias, si participaran todos los líderes, incluidos los autoritarios.
Estas cumbres comenzaron en 1990 con el objetivo de crear el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Algunos de estos encuentros revelaron disidencias explosivas, como el realizado en Mar del Plata, donde Hugo Chávez dinamitó el plan de George W. Bush para poner en marcha el ALCA, una zona de libre comercio en América.
En Los Ángeles no se debatirá un proyecto tan ambicioso como el que recibió su certificado de defunción en aquella IV Cumbre, en 2005, pero es posible que la disidencia encabezada por AMLO inicie el proceso de extinción de este foro.
Biden necesita evitar que le toque ser el sepulturero de las Cumbres de las Américas como a Bush (hijo) le tocó serlo del ALCA. Para evitarlo, deberá hacer concesiones que lo mostrarán derrotado por AMLO.