Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. En la antesala de la VII Cumbre de las Américas, ocurrieron hechos significativos. Los gobiernos progresistas de Chile y Uruguay volvieron a romper el silencio regional que reina en torno a Venezuela y hay un guiño de Obama para Cuba.
La presidenta chilena Michelle Bachelet pidió a la Unión de Naciones del Sur (Unasur) que exija a Nicolás Maduro dialogar con la oposición para resolver la crisis venezolana.
Por su parte, el gobierno uruguayo, que semanas atrás, por boca del vicepresidente Raúl Sendic dijo que no hay elementos para probar un plan golpista instigado por Washington, ahora volvió a sacudir la modorra sudamericana a la hora de defender los derechos humanos en Venezuela. Sugirió que la Cruz Roja debiera ingresar a las cárceles y prisiones militares donde hay presos políticos, para verificar la situación en que se encuentran.
El ex vicepresidente uruguayo Rodolfo Nin Novoa dijo también que haber autorizado la represión de protestas con armas de fuego es “a todas luces, un exceso”, y cuestionó duramente la forma en la que fue apresado el alcalde de Caracas, Antonio Ledesma.
Ni en Uruguay ni en Chile hay gobiernos de derecha. Lo que hay son progresismos que entienden algo elemental: en el terreno de los derechos humanos y de la integridad de la democracia, no vale la doctrina de la no injerencia externa. En ambos casos, la no injerencia es complicidad.
Bachelet y Tabaré Vázquez están mostrando, por contraste, la complicidad, ya sea por afinidad ideológica, intereses económicos o por cobardía política, de algunos gobiernos sudamericanos con el autoritarismo con el que gobierna Nicolás Maduro.
En la antesala de la Cumbre de las Américas -que se desarrollará entre hoy y mañana- también quedó en claro otra novedad importante: Washington sacará a Cuba de la lista de países patrocinadores de terrorismo.
Es otra sana decisión de Barack Obama. A esta altura de la historia, el régimen castrista sigue siendo autoritario, pero está claro que no patrocina ni financia organizaciones terroristas. En el pasado, colaboró con insurgencias legítimas y también con bandas armadas que cometían actos puramente terroristas.
Entre las décadas de 1970 y 1980, ayudó a guerrillas centroamericanas como el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador; el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) nicaragüense y las distintas insurgencias que hubo en Guatemala y Honduras.
En Sudamérica, apoyó el Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) con que fracasó patéticamente el intento foquista que hizo en la selva salteña el periodista Jorge Masetti; el Frente Patriótico Manuel Rodríguez en Chile y la desastrosa aventura boliviana del Che Guevara, además de organizaciones armadas argentinas que cometían asesinatos políticos, como Montoneros.
Pero desde hace décadas, Cuba ha dejado de apoyar actividades armadas. Por lo tanto, su permanencia en la lista de patrocinadores de terrorismo lleva tiempo siendo una mentira, que ahora Obama se dispone a sincerar.