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Por Claudio Fantini. Argentina y Venezuela tienen en común, por estas horas, sendas marchas opositoras multitudinarias, que inquietan a sus respectivos gobiernos. También tienen en común que, a esas manifestaciones, tanto el kirchnerismo como el chavismo las calificaron de golpistas.
En Buenos Aires, la multitud marchó contra la “impunidad” y exigiendo “verdad y justicia”, al cumplirse un mes de la oscura muerte del fiscal Alberto Nisman, quien acusó a la Presidenta y a altos funcionarios del kirchnerismo de encubrir a los autores iraníes de la voladura de la mutual judía AMIA.
Ambas marchas muestran que los dos gobiernos tienen otra cosa en común: están en graves problemas.
Nicolás Maduro, por su ineptitud para revertir la crisis en la que desembocó el colapso del modelo económico chavista. Al colapso del modelo chavista lo agravó la caída de los precios internacionales del crudo y lo expresa una hiperinflación incontrolable y un desabastecimiento pavoroso.
Y Cristina Kirchner, por el sismo judicial que está agrietando los cimientos de su poder. Al sismo judicial lo inició ella misma, con sus embestidas para controlar a los jueces y fiscales que manejan procesos de corrupción que parecen explicar el crecimiento monumental del patrimonio de la familia Kirchner. La ofensiva del Poder Ejecutivo sobre el Poder Judicial generó una contraofensiva que va desde el presunto lavado de dinero de Lázaro Báez en hoteles de El Calafate, hasta la acusación de Nisman que el fiscal Gerardo Pollicita convirtió en imputación por presunto encubrimiento de los autores iraníes de la masacre de la AMIA.
No son los únicos líderes con problemas. El presidente peruano Ollanta Humala está jaqueado por acusaciones de la oposición, mientras que la brasileña Dilma Rousseff tiene la popularidad en caída libre por el escándalo de corrupción en Petrobras.
Pero a diferencia de ambos, Nicolás Maduro y Cristina Kirchner culpan de los tembladerales que atraviesan a conspiraciones golpistas. Los dos llevan años justificando cada problema grave que les toca, a supuestos complots de poderes oligárquicos para derribarlos mediante golpes de Estado.
Pronto se verá si sus reiteradas denuncias de conspiraciones en marcha, tienen más credibilidad que lo que denuncian grandes multitudes en las calles de Caracas y Buenos Aires.