Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. ¿Por qué es importante que se detenga la guerra entre Azerbaiyán y Armenia, y que se retorne al statu quo imperante desde 1994? Porque de imponerse Azerbaiyán, la población armenia de Nagorno Karabaj correría el peligro de ser echada de las tierras que habitan desde la antigüedad, como sucedió a fines del siglo XIX y principios del siglo XX de Nagicheván y de Zanguechur. El fantasma de una limpieza étnica contra cristianos sobrevuela en Transcaucasia.
Cristianos y musulmanes vuelven a enfrentarse, como en los tiempos de las guerras entre cosacos y tártaros en el noroeste del Mar Negro, y como durante las luchas entre reinos armenios y turcomanos en la Transcaucasia.
Este conflicto estalló en la última década del siglo XX y quedó congelado sin arribar a un acuerdo de paz.
Los azeríes quieren restablecer la soberanía sobre Nagorno Karabaj, poniendo fin a la autonomía de hecho que los armenios de ese enclave -situado dentro del territorio azerí (ver mapa)- mantienen desde el armisticio que impuso Rusia en 1994.
El mapa de la ex URSS empezó a crujir a fines de la década de 1980, cuando el KGB lanzó un golpe de Estado contra Mijail Gorbachov, que fracasó, pero marcó el comienzo del fin de la URSS.
Los habitantes de Nagorno Karabaj son armenios y no quisieron quedar bajo soberanía de un Estado turcomano y musulmán. Por eso, declararon la separación y decidieron pasar a formar parte de Armenia.
La guerra se prolongó varios años; dejó más de 30 mil muertos y enfrentó directamente a los ejércitos de los dos archirrivales transcaucásicos: Armenia y Azerbaiyán.
La “pax” impuesta por Rusia dejó a los armenios sin la anexión de Nagorno Karabaj, pero el resultado no fue mejor para los azeríes, que de hecho perdieron el control del enclave montañoso.
Los azeríes, con el entusiasta respaldo de Turquía, vuelven a la carga para recuperar el control del enclave, reconquistando primero los territorios adyacentes a Nagorno- Karabaj, que habían sido ocupados por los armenios como zona de protección, que devolverían cuando Azerbaiyán reconozca la autodeterminación karabajsí.
Las fuerzas armadas de Armenia y Azerbaiján avanzan en dirección a una guerra. El país turcomano y musulmán es rico, en gran medida por sus yacimientos petroleros.
Armenia, en cambio, es pobre. Pero cuenta que sería socorrida por Rusia si la entente turco-azerí se lanzara a destruirla para crear un gran Estado musulmán transcaucásico.
No está claro hasta qué punto el cristianismo ortodoxo ruso presionará al Kremlin para que tome partido por el cristianismo ortodoxo armenio, si éste entrara en guerra contra una alianza musulmana.
Tampoco está claro si la OTAN se involucraría en defensa de Armenia. Por membrecía, es Turquía el país que debería contar con el apoyo de la alianza atlántica, pero una serie de razones culturales y políticas podrían colocar el respaldo del lado de Armenia y en la misma trinchera de Rusia, su histórico enemigo.
Lo único claro es que entre el Mar Negro y el Mar Caspio podría detonar un conflicto de impredecibles alcances y consecuencias.