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Por Claudio Fantini. Cada vez que Estados Unidos cambia de presidente es común que les pregunten a los analistas internacionales qué implica para la Argentina el nuevo jefe de la Casa Blanca. Hoy, la pregunta es qué política tendrá Joe Biden hacia la Argentina. Y la verdad es que ni Biden ni ningún mandatario norteamericano llega al Despacho Oval con un plan referido a la relación con la Argentina. Repasemos.
La relación se construye a la inversa. La pregunta es qué plan tendrá el gobierno argentino hacia la nueva administración norteamericana.
El problema es que los gobiernos –incluido el de la Argentina- es que aguardan que los llamen desde Washington para anunciarles un tipo de relacionamiento que ellos aceptarán o rechazarán, pero siempre esperando que al primer paso lo dé el colega norteamericano.
Este planteo de la relación es una muestra del problema que tiene la política exterior argentina: una percepción equivocada del orden en el relacionamiento.
En cuanto a lo que cabe esperar de Biden, no es hacia la Argentina en particular sino hacia la región en general. Y las posibilidades de entendimiento existen porque Biden conoce la cuestión latinoamericana.
Cuando era vicepresidente, Barack Obama le pidió que se encargue de estudiar y pensar la situación de la región. Su presidencia parte de un conocimiento previo, lo que facilita la comprensión de los problemas y propuestas que se le planteen.
La limitación que tendrá el actual presidente es que su orden de prioridades comienza con deshacer todo lo hecho por Donald Trump. En el escenario exterior, sus esfuerzos se centrarán en Europa y en otras áreas centrales.
El hecho de haber nombrado a Anthony Blinken como secretario de Estado, evidencia la relevancia que Biden da a la recomposición de la relación entre Washington y sus históricos aliados europeos.
Blinken vivió y estudió en Europa y, de algún modo, es un eurófilo para quien el vínculo societario entre las potencias del norte occidental es la prioridad natural.
La relación entre Estados Unidos y Europa había sido desarticulada por Trump, quien chocó contra Angela Merkel y Emmanuel Macron mientras estrechaba vínculos con Boris Johnson y alentaba la ruptura del Reino Unido con Unión Europea, así como con líderes ultranacionalistas y euroescépticos de otros países del Viejo Mundo.
El estropicio causado por el presidente anterior a la relación con la UE incluyó también a la OTAN, alianza militar de las potencias occidentales que quedó en estado de coma por obra y gracia del magnate neoyorquino.
Recomponer la OTAN y volver a fortalecerla es otra necesaria prioridad de Biden.
Una de las prioridades de Biden es terminar con la inacción frente a Rusia y con la sobreactuación frente a China.
Y en cuanto a Latinoamérica, la prioridad de Biden está en la ola migratoria hacia Estados Unidos. A ese tema, Trump lo encaraba desde la consecuencia y el nuevo presidente procurará enfrentarlo desde las causas.
Si Argentina quiere estar en el radar de Joe Biden, el gobierno debe tener la iniciativa, no esperar que nazca desde la Casa Blanca.