Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Lo que no hizo durante la campaña, ni siquiera en la antesala del ballotage, instancia en la que los votos del centro resultaban imprescindibles, Pedro Castillo lo hizo, ahora, cuando la suerte ya estaba echada y el escrutinio avanza hacia la confirmación de su victoria. ¿Por qué cambió y cuál es el temor a un fraude suave? ¿Cuál es la propuesta de su equipo económico? Repasemos.
En la campaña, se ató al libreto de izquierda radical que siempre ha tenido el partido Perú Posible.
Prometía una Asamblea Constituyente para reemplazar la Constitución vigente, heredada del régimen de Alberto Fujimori y que tiene entre sus rasgos más notables garantizar la propiedad privada y la economía de mercado. Proponía una carta magna de corte socialista.
Poco después de concretarse la segunda vuelta y con el escrutinio favoreciéndolo, Pedro Castillo se comprometió con la Constitución y con el modelo económico vigente.
Es normal que los dirigentes de posiciones radicales moderen sus discursos tras las campañas electorales.
Después de haber perdido la elección frente a Alan García, el nacionalista Ollanta Humala dejó de lado su discurso filo chavista y buscó el centro en la siguiente elección, con lo cual llegó a la Presidencia.
Pero el caso de Pedro Castillo es diferente. El giro de su discurso, desde la izquierda radical hacia el centro político y la economía de mercado, no se produjeron en la campaña electoral. Ni siquiera en la campaña del ballotage dejó de proponer estatizaciones y regulaciones a mansalva.
Con los escrutinios dibujando un final cabeza a cabeza, el equipo de campaña de Castillo puso en la primera línea de exposición a Pedro Francke, para asumir el compromiso de “respetar la autonomía del Banco Central de Reserva”, del que destacó “su gran labor, al mantener la inflación baja durante más de dos décadas”.
El equipo económico de Castillo afirmó no haber “considerado estatizaciones, expropiaciones, confiscaciones de ahorro, controles de cambio, controles de precios ni prohibición de importaciones”.
Francke se opone a privatizar servicios como la provisión de agua; no es antiempresa privada ni antimercado.
“Más empresa y mejor Estado”, es el eslogan que resume su posición, claramente desvinculada del marxismo leninismo proclamado por el partido que llevó como candidato a Castillo.
En términos políticos, al corrimiento hacia el centro lo hizo el propio candidato dos días después del ballotage, al comprometerse a respetar la Constitución de 1993 y la institucionalidad vigente.
La pregunta es por qué gira hacia el centro ahora, cuando los peruanos ya votaron y el escrutinio lo consagra casi ganador.
La respuesta sea, tal vez, que en su giro al centro político y económico, lo que intenta Castillo es conjurar un “fraude suave”
La maniobra de un «fraude suave» se perpetra mediante denuncias que desembocan en recuentos y revisiones de votos anulados.
Al denunciar un “fraude sistemático”, Keiko Fujimori abrió el paso a la presión que impone una subjetividad, para que las revisiones y recuentos reviertan el resultado.
Que varios abogados poderosos e influyentes estén haciendo denuncias para que sean revisados unos cien mil votos favorables a Castillo, podría ser la prueba de que Perú Libre busca evitar -con su compromiso de moderación política y económica- que Keiko le arrebate la victoria obtenida en las urnas.
Al maestro rural que puede convertirse en presidente no le resulta difícil dar ese giro. En definitiva, marxista es el partido que lo postuló y el líder de esa fuerza política Vladimir Cerrón.
La pregunta es si alcanzará para desalentar un “fraude suave” que le arrebate la victoria.