Por Claudio Fantini. En China, las protestas crecen de manera proporcional a la sensación de que Xi Jinping está usando a la pandemia como excusa para imponer el control total de la sociedad. Los confinamientos masivos, aplicados con un rigor superior al del resto del mundo, parece haber provocado el hartazgo de la población.
Salvo que la confianza en las vacunas chinas sea nula o que los laboratorios hayan descubierto en los nuevos brotes un peligro del que no están informando al resto del mundo.
Los confinamientos semejan la construcción de un poder hegemónico, por parte de Xi Jinping.
Los hechos que llaman la atención: la violación de los acuerdos del traspaso de la soberanía de Hong Kong; las medidas de control sobre las multinacionales y otras grandes empresas; la supresión del límite de dos mandatos de cinco años y el espíritu totalitario en las políticas antipandemia.
¿Está intentando Xi Jinping el regreso al control total sobre la sociedad, que existía antes de la llegada de Deng Xiaoping y el comienzo de las reformas que abrieron la economía del gigante asiático?
Los confinamientos en las ciudades y las medidas adoptadas sobre las grandes empresas, parecen ser parte de la explicación de la debilidad que va entumeciendo a la economía.
La caída del crecimiento económico incrementa el descontento social, y las protestas contra los confinamientos crecen y se multiplican.
El peligro es que Xi Jinping, en lugar de actuar sobre las causas, descargue su furia sobre las consecuencias.
Y el gobierno perpetre otra ola represiva como lo fue la masacre de Tiananmén.
En la medida en que las manifestaciones se sostienen contra la represión; se replican en otras ciudades y cruzan líneas rojas exigiendo, por caso, la renuncia de Xi Jinping, crece sobre ellas la sombra de la masacre de Tiananmén.
Así, fue sofocada la ola de protestas que reclamaba una mayor apertura política y denunciaba el autoritarismo del Partido Comunista de China.
Las masacres no sólo ocurrieron en Tiananmén sino en muchos rincones de Beijing y en otras ciudades de China, donde los campus universitarios y sus residencias estudiantiles fueron asaltados por el ejército chino.
El presidente chino acaba de hacerse coronar por el XX Congreso del PCCh como un líder con poderes similares a los que tuvo Mao Tse-tung.
Exhibió ese poder con obscena brutalidad al hacer sacar por la fuerza del Gran Salón del Pueblo al ex presidente Hu Jintao.
Y es difícil imaginarlo dejando crecer las manifestaciones de protesta.