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Por Claudio Fantini. Xi Jinping se convirtió en el hombre más poderoso del mundo. Este fin de semana terminó de consolidarse como el Luis XIV de la segunda hiperpotencia mundial, que es China. Tiene tanto poder como el que tuvo Mao Tse-tung, el creador del estado totalitario, el cual, tras su muerte, incorporó el capitalismo y comenzó a crecer a pasos gigantescos. La escena que repudió el mundo.
En el XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), Xi Jinping consolidó su poder total y una escena oscura evidenció su método.
La expulsión de Hu Jintao tuvo un impacto tan grande en el mundo, que el régimen de Xi Jinping debió justificarla con explicaciones incongruentes.
Una de las explicaciones fue que el ex presidente se sintió mal, al enfermarse de golpe, por lo que dos guardias corpulentos tuvieron que sacarlo del recinto para llevarlo a la atención médica.
Pero la historia del maoísmo, el estalinismo y la dinastía comunista de Corea del Norte, revelan que lo ocurrido sobre el final del XX Congreso del Partido Comunista Chino fue otra cosa. Lo confirma un sinfín de ejemplos escalofriantes.
Las purgas en Corea del Norte eran prácticas comunes. Las habían aprendido de Stalin, quien “purgaba” a quienes querían limitar su poder desde el Comité Central y desde el Politburó del PCUS.
El otro discípulo de Stalin fue Mao Tse-tung. El líder de la revolución comunista de China usó el mismo método humillante y cruel para escenificar las purgas, con las que sacaba de las estructuras del partido único a quienes intentaban ponerle límites o cuestionaban sus planes delirantes.
Esas escenas totalitarias dejaron de verse desde que ascendieron al liderazgo dos dirigentes que habían sido purgados por Mao Tse-tung durante la Revolución Cultural: Deng Xiaoping y Zhao Ziyang.
En la era de apertura al capitalismo, que inició Deng Xiaoping, el PCCh cometió la masacre de Tiananmén, cuando sintió que su poder hegemónico era amenazado por las protestas estudiantiles.
Pero ya no hubo purgas como las de Mao, porque el poder de los líderes quedó acotado institucionalmente por cuerpos colegiados como el Politburó y el Comité Central.
Ese muro de contención al personalismo también se manifiesta en el límite de dos mandatos, o sea, 10 años en el poder.
Lo que todos saben en China es que Hu Jintao encabeza el llamado Grupo Tuanpai, que cuestiona varias políticas de Xi y la acumulación de poder personalista.
Al mismo grupo interno pertenecen el primer ministro Li Keqiang y su segundo, Wan Yang. Los dos perdieron sus poderosos cargos en el congreso partidario que concedió a Xi Jinping atribuciones desmesuradas y por tiempo indeterminado.
En China, Hu Jintao encabeza el llamado Grupo Tuanpai, que cuestiona varias políticas de Xi Jinping, y la acumulación de poder personalista.
Lo que Xi Jinping tiene en común con el creador del estado comunista es la sed de poder ilimitado, sumado al error de considerarse esclarecido por la ideología.
A ello, agrega el delirio megalómano de sentirse dotado por una sabiduría de niveles confucianos, que lo hacen merecedor de figurar en la Constitución del país y en los estatutos del partido.
La expulsión de Hu Jintao fue una muestra de la acumulación de poder con formato maoísta. Con las trabas institucionales al poder personalista, hizo lo mismo que con el ex presidente: removerlas por la fuerza.