Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Oberdán Rocamora para JorgeAsísDigital.com (nota escrita horas antes de la detención de Lázaro Báez). Primero es Jaime. Pero el desfile se altera por los papeles de Panamá. Para algarabía contagiosa de la señora Carrió, de la señora Ocaña, y para consumo de las almas más nobles y sublimes de la sociedad, comenzó el desfile de la Colección de Presos de Otoño.
El primero que sale a la pasarela es Ricardo Jaime. Trátase de un ex especialista en Educación. Después de un gravitante recorrido se lo exhibe esposado, detrás de las rejas.
El “sarmientino” supo ser un ameno interlocutor de marroquinería diaria con El Furia. Fue durante los años fundacionales del kirchnerismo. Cuando la modalidad marroquinera era archiconocida por los que debían saberlo. Empresarios que se adaptaron al estilo de vida, periodistas que en general no publicaban y sobre todo editores que se hacían regularmente los osos. O -lo peor- comentaban sobre las valijas cotidianas en las mesas elitistas de los informados, y con un dejo, incluso, de admiración. Sin espanto.
Jaime, El Educador, había sido un funcionario irreprochable en el campo de la educación de Santa Cruz, de donde se retiró enojado con El Furia. Como luego lo fue de Córdoba. En 2003, nuestro sarmientino colaboró con la campaña presidencial de Carlos Menem. Justo cuando ganó el segundo, Kirchner, por obra de Duhalde. Pronto El Educador pudo superar la mala puntería y reconciliarse con Kirchner, gracias al pilar insustituible de Julio De Vido, el flamante presidente de la Comisión de Energía. Fue Don Julio quien lo convenció a Kirchner para que designara al Educador como Secretario de Transporte, aunque no entendiera aún un pepino de la materia. Es en la Secretaría de Transporte, con Don Julio como superministro superior de adorno, donde El Educador comenzó la transformación integral de su personalidad. El culto al evangelio sistemático de la marroquinería logró cautivarlo.
El periplo de Jaime sirve como prueba de otra teoría inapelable del Portal. Indica que “recaudar no es para cualquiera”.
Recaudar es una actividad ideal para ser ejercida por ricos que ya pasaron al frente. No es para pobretones o meros decentes sin oportunidades, los que viven apresurados por pasar (al frente).
A los que carecen de tradición recaudadora, se les nota en exceso los adelantos que brinda el ejercicio de la recaudación. Suelen cargarse de colores dorados, de autos ampulosos, de luces que reflejan la extravagante necesidad de mostrarse. Es el efecto cultural de la recaudación en los profanos.
Para robar mejor desde el Estado es preferible ser rico y de buena familia. Disponer de excelentes maneras, no elevar nunca la voz. Ser discreto y manejar con soltura los cubiertos. Bañarse desde chico con agua caliente, haber asistido a los mejores colegios privados y hablar -en lo posible- francés e inglés.
En el reciente texto «La demolición y el vacío» se dijo que “para matizar la espera de las inversiones, debe masacrarse con la peste de transparencia selectiva”.
Significa confirmar que el Tercer Gobierno Radical, que preside Mauricio Macri, necesita profundizar la “peste de transparencia (selectiva)”. Para continuar con el desfile de presos de la colección de otoño.
El próximo modelo que desfile esposado por la pasarela debiera ser alguno de los Báez (y así fue: Lázaro Baez fue detenido). La osadía implicaría romper, según nuestras fuentes, determinados pactos pre-existentes que derivan de asociaciones familiares con otros parientes, unificados por la misma matriz. Es probable que quien continúe en el desfile sea un muchacho adorablemente cordial que se quedó con los dedos pegoteados por el membrillo del PAMI. Tiene menos significación y renombre que Boudou, El Descuidista, hoy casi injustamente olvidado. Superado -Boudou- por otros modelos de la nueva generación que son más rápidos en el deporte de pasar al frente y hasta para contarla.
Al cierre del despacho, aún no alcanza para exhibir en las primeras planas a La Doctora, con las esposas y detrás de las rejas, como cualquier Jaime, a los efectos de saciar la sed de justicia que es en realidad sed de castigo. Para que los desdichados, mientras aguardan la llegada de las inversiones, puedan padecer algo reconfortados con el cóctel deplorable de los aumentos, la inflación asociada a la recesión. Sin un mango pero con presos. Se puede, se puede.
Entre el tarifazo, los despidos, la sequía económica y el desfile de los presos, puede conjeturarse que el presidente del Tercer Gobierno Radical pueda ser, acaso, un genio.
Un estadista que mantiene alguna carta oculta y decisiva. Acaso se trate del plan integral de salvación que los argentinos aún desconocen, y que elaboran en secreto los ministros más ponderables. La dupla de Ceos de la magnitud de Lopetegui y Quintana, que surte de razonamientos brillantes a Marquitos, El Pibe de Oro, en quien Mauricio deposita tanta esperanza de continuidad.
O probablemente se trate, más que de un genio, de un protegido que mantiene un acuerdo misterioso con las alturas de la espiritualidad. Por lo tanto, el estadista se mueve con la seguridad del que sabe que tiene a Dios de su parte, aunque los representantes de Dios en la tierra decidan instalar que, desde su llegada, se asiste a una mera multiplicación de pobres que contradicen el objetivo de la “pobreza cero”. Una bonita consigna para recitar inútilmente en la kermesse.
O probablemente sea, de últimas, un ser providencial condecorado por la suerte. Al que no se le debe impugnar nada y confiarle todo. Como nos dijo la sensible señora macricaputista en el restaurant, que invocó “¡Viva hasta el tarifazo!”.
También existe la posibilidad que el pobre Mauricio no sea ni un genio ni un protegido. Apenas un improvisado con buenas intenciones que asoma en la historia sólo para encargarse del trabajo sucio y agotarse ahí. Lo cierto es que todos los que se interpusieron en su camino triunfal hoy son simples personajes secundarios (fenómeno ya tratado en «Muñecos colgados del vestidor de Mauricio«).
Sin embargo el despacho debe violentamente modificarse. Es por la impactante divulgación de los Panamá Papers. Por la figuración involuntaria del presidente del Tercer Gobierno Radical en la lista que se presenta hacia la perversidad del mundo, entre miles de evasores.
Debe aceptarse que semejante privilegio dista de ser la manera más eficiente de lograr que el mundo vuelva a tenernos en cuenta. Hoy Mauricio está en todos los diarios del mundo, y en la totalidad de los televisores. Junto a Putin, Messi, Almodóvar y la hermanita del Rey de España.
La figuración, cuando comienza el desfile de la Colección de Presos de Otoño, es aceptablemente inoportuna. Y hasta incómoda.
Pero nadie tiene ningún derecho de reclamar que el presidente del Tercer Gobierno Radical siga el ejemplo de otro acompañante en la lista de panameños. El percutado Sigmundur David Gunnlaugsson. Es el (ex) Primer Ministro de la dramática Islandia. Un obeso enternecedor que tomó con demasiada seriedad la humillación de figurar entre los lavadores. El pobre Gunnlaugsson no tiene la suerte de pertenecer a un país donde nada, en definitiva, puede tomarse demasiado en serio.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com