Por Claudio Fantini (Politólogo y periodista). Para sorpresa de toda la región, el gobierno de Colombia abrió un nuevo proceso de diálogo y negociación.
La idea que se había instalado es que como el actual presidente, Juan Manuel Santos, fue el ministro de Defensa que, en la gestión de Álvaro Uribe, impulsó la ofensiva que diezmó la comandancia guerrillera y puso la insurgencia al borde de la extinción, el gobierno actual persistiría en la vía militar hasta la capitulación o el aniquilamiento total de los rebeldes.
La otra razón por la que no se esperaba un proceso de pacificación negociada, es que las guerrillas utilizaron las negociaciones con los presidentes César Gaviria y su sucesor, Andrés Pastrana, para reorganizarse y pertrecharse, retomando las acciones ni bien estuvieron nuevamente en condiciones de hacerlo. Sin embargo, Santos ha vuelto a apostar al camino que él mismo desechaba tiempo atrás.
¿Se equivoca y acierta su antecesor, que lo acusa de echar por tierra todo lo que se había avanzado en la lucha contrainsurgente, al morder el anzuelo de la negociación de paz?
La respuesta es que es posible que el actual presidente no se haya vuelto ingenuo y pusilánime, como dice Uribe. Sucede que no todos los fracasos negociadores fueron por culpa de las guerrillas. El proceso impulsado por el gobierno de Belisario Betancur llegó incluso a la desmovilización de inmensos contingentes rebeldes.
El Frente Simón Bolívar, del ELN, y el Frente Antonio Nariño, de las FARC, dejaron las armas para integrarse a la política fundando Unión Patriótica, la fuerza política que compitió en elecciones y conquistó bancas legislativas y municipales. Pero aquel proceso pacificador de los años ’80, terminó fracasando porque militares, paramilitares y escuadrones de la muerte asesinaron a dos candidatos presidenciales y a decenas de ex guerrilleros convertidos en dirigentes políticos.
La otra razón que tiene Santos es la prueba histórica de que, en una geografía tan vasta y selvática, es imposible la extinción total de organizaciones armadas por la vía militar.
La encuestas muestran que la mayoría está de acuerdo con la apuesta de Santos y no con la crítica que le hace Uribe. El resultado de esta nueva apuesta pacificadora tendrá la última palabra.