Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Hay una paradoja que resulta llamativa en medio del pico de la segunda ola del Covid-19, de una elevada inflación y del estancamiento de la economía: la administración de Alberto Fernández cuenta con recursos extraordinarios. Con esos fondos, pretende congelar todo y aplicar subsidios a todas las actividades para llegar a las elecciones legislativas del 14 de noviembre, señala mi nota en La Voz.
El aumento del precio internacional de las materias primas, en especial, de la soja, del maíz y de sus derivados industriales, provocará que los ingresos por retenciones ronden los 9.000 millones de dólares, lo que implica un incremento de 2.800 millones de dólares en relación con el ciclo anterior.
El campo «enemigo», que aporta millonarios ingresos a Estado, será sólo un eslogan en la campaña electoral para ciertos actores del Frente de Todos.
El llamado “impuesto a la riqueza” ya aportó 145 mil millones de pesos. También se incrementaron los ingresos de los tributos que están ligados a la actividad por el impacto de la suba de los precios.
El uso de esos millonarios recursos es discrecional. Por caso, más allá de la solidaridad que supone “las jubilaciones de amas de casa 2”, la instrumentación -a principios de agosto- tiene un claro objetivo electoral, que perjudica a quienes hicieron aportes en su vida laboral.
También sucede con la distribución de subsidios por 175 mil millones de pesos para el transporte urbano del Área Metropolitana Buenos Aires (Amba), que incluye a la Ciudad de Buenos Aires y a su conurbano.
El interior sólo recibirá 20 mil millones para enfrentar los costos del servicio y los periódicos aumentos que reclaman los choferes. Los intendentes de Córdoba, de Rosario y de Mar del Plata pusieron el grito en el cielo. Pesan más las necesidades políticas de la provincia que administra Axel Xicillof.
En el conurbano se juega la batalla electoral del Frente de Todos, a partir de un resultado equilibrado entre el oficialismo y la oposición en los otros 23 distritos.
El dólar oficial se actualizará menos que la inflación; las naftas ya aumentaron todo lo que tenían que subir, según el Excel definido por YPF; el gas natural subirá 6% y la luz, 9%. Otra discreción más: sólo para el AMBA; el resto del país seguirá pagando tarifas caras.
El Gobierno congelará hasta el 30 de noviembre los cinco cortes de carne más demandados, junto a una lista de 120 alimentos de primera necesidad. Esos productos sólo se consiguen en determinados puntos del AMBA.
El plan de congelar al dólar, las tarifas y los precios puede generar algún rédito electoral, pero preanuncia un desborde tras los comicios. Argentina ya vivió esa experiencia.
Los salarios privados perderán la carrera contra la inflación, salvo los de al menos dos gremios albertistas: los camioneros (Hugo Moyano pidió una actualización del 45%) y los bancarios (Sergio Palazzo).
De todos modos, hay un fuerte desfase de los “bienes salarios”, es decir, entre el valor de los bienes y la cantidad de salarios que se necesitan para comprarlos. Esa brecha no para de crecer.
El índice de precios de mayo rondó el 3,5%, por debajo de los altos registros de marzo (4,8%) y de abril (4,1%). La inflación de los cinco primeros meses es del 20%, lo que echa por tierra la proyección anual de 29% prevista por Martín Guzmán. Pretendía desalentar expectativas.
El Estado gordo en recursos de los primeros meses del año, puede sufrir una sangría en el segundo semestre por la finalización de la campaña agrícola y del pago de impuestos extraordinarios.
El uso de la maquinita del Banco Central para prestarle al Gobierno tiene un límite. Por esa razón, la entidad autorizó a los bancos a fijar sus encajes con bonos del Tesoro, que inundarán la plaza para financiar el déficit fiscal.
Los recursos caerán por la menor actividad a partir de nuevas restricciones (más severas en Córdoba). Abril y mayo ya mostraron un estancamiento en relación con el semestre previo.
El Gobierno promete que todo irá mejor después de que gran parte de la población tenga al menos una dosis de la vacuna contra el Covid-19 y los precios permanezcan quietos.
Por rara paradoja, ambos elementos necesitan del congelamiento para dar resultados.