Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Los mercados financieros atraviesan una relativa calma. Esperan que el ajuste que anunció Nicolás Dujovne sea refrendado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y por los gobernadores este martes. Aun así, a las familias y a las pequeñas y medianas empresas les esperan meses difíciles, algo así como atravesar el desierto con pocos víveres, señala mi nota en La Voz. Veamos de qué se trata.
Carlos Melconian, quien siete días atrás era ministro “cantado” de Economía, lo dice sin disimulos: “El acuerdo con el FMI es pechuga y puré de calabaza”. Es la nueva caracterización del “sangre, sudor y lágrimas” que utilizó Winston Churchill hace casi 80 años.
Por varias razones, Estados Unidos no dejará que Argentina repita la crisis de 2001. El Fondo cambió su estrategia, pero básicamente Donald Trump rechaza que los gobiernos populistas recuperen poder en una región tentada, además, por el financiamiento barato de China.
Trump no quiere llegar el 30 de noviembre a un país incendiado en medio de la reunión del G-20, que reúne a los 20 países más desarrollados del mundo.
Macri tiene suerte. Su principal respaldo externo es el de un presidente al que apostó en contra en los comicios norteamericanos de 2016.
Las PYME saben que tendrán que cruzar el desierto: no tienen precios de insumos ni financiamiento accesible.
El delicado frente social depende más de las intenciones de agitación del kirchnerismo-moyanismo y de los gestos del papa Francisco hacia las organizaciones sociales, que, hasta ahora, tiene diálogo abierto con la ascendente ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley.
El desierto es el horizonte más visible para las familias y las PYME.
El consumo cayó en julio 3%, según la de Kantar Worldpanel, que proyecta un año negativo para el mercado interno. La baja sería de entre 1% y 2% en relación con 2017. La inflación les ganará a los salarios y a las jubilaciones. Los pedidos de empleo cayeron 35% en julio en relación con un año atrás, según la muestra del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba.
El empleo no calificado se derrumbó casi 40 por ciento. Este dato revela el impacto de la crisis en los sectores más vulnerables. Los barrios marginales crecen hasta el borde de la autopista que conduce a Rosario.
Para las PYME orientadas al mercado interno, es casi como cruzar el desierto sin agua. “Tenemos caída de la demanda, problemas en la cadena de pagos, falta de insumos o con ‘remito abierto’ (mercadería sin incluir precio), y un costo financiero inaccesible”, advierte Humberto Spacessi, titular de APYME Córdoba. Clama por un programa que aliente la producción.
“Si se estabiliza el dólar, el gran desafío será saber cuál será el nivel de la tasa de interés para volver a poner en marcha la economía”, acota un asesor de las PYME. Admite, no obstante, que las orientadas al mercado externo están mejor.
La cosecha de trigo alentaría –si el clima acompaña– la reacción del campo, y la minería también daría un impulso.
Quedan tres meses difíciles por delante. Dujovne lo puso en números: caída del 2,4% de la economía e inflación de 42%.
¿Exageró para lograr una mayor ayuda del FMI y para que la realidad no sea tan dura? El relevamiento de expectativas de mercado (REM) del Banco Central es más benigno. La caída sería de 1,9% y la inflación, de 40,8. El dólar a fin de año, a $ 41,80.
Para refrendar el Presupuesto 2018, los gobernadores piden no aplicar la rebaja de impuestos firmada en el Compromiso Fiscal de 2017.
Cualesquiera sean los números finales, hay una certeza: la casi totalidad del ajuste será pagado por las familias y el sector privado. El desierto por delante… ¿Los acompañará la dirigencia política?