Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Los argentinos parecen haber retomado la costumbre de levantarse y escuchar dos clásicas noticias: cómo está el tiempo y cuánto vale el dólar. La moneda norteamericana sigue siendo el termómetro de la marcha de la economía, y el medio para atesorar los ahorros de empresas y familias, señala mi nota en La Voz.
Mauricio Macri inició su gestión con un dólar a 13,50, tras salir del cepo cambiario que creó el kirchnerismo. Este mecanismo aún es defendido por sus inventores y, según el economista Roberto Feletti, volverá a ser aplicado en caso de llegar al Gobierno. Como un globo verde, el valor del dólar se multiplicó por tres. La gestión de Macri no sólo será recordada por ese salto, sino también porque acumuló los peores indicadores de los últimos años en materia de pobreza, desempleo (volverá a dos dígitos con la medición del último trimestre de 2018), devaluación e inflación.
Los precios subieron 3,8% en febrero, con un acumulado en los últimos 12 meses de 51,3% . Es la inflación interanual más alta desde 1991, y superior a la que provocó la ruptura de la convertibilidad en 2002.
Macri está enojado con las entidades empresarias que le reprochan la dura política monetaria, que no dio resultados para contener la inflación.
La tasa que el Banco Central paga a las entidades por su liquidez ronda el 63% , 20 puntos porcentuales por encima del piso que tocó en el “veranito financiero”, antes que la suba de precios en enero y febrero destrozara el optimista diagnóstico “la inflación está bajando”.
Para marzo y abril se anticipa un índice de precios en torno al 3% o más alto. La promesa de Nicolás Dujovne es ahora que la baja se notará desde mayo o junio.
La receta monetaria es insuficiente en un mercado imperfecto como el argentino, junto a la cultura inflacionaria de sus habitantes.
El consultor Miguel Ángel Broda sostiene que “Roberto Lavagna es el candidato de la clase empresarial”, a la que seduciría con sus antecedentes de haber domado al dólar y la inflación en su gestión entre 2002 y 2005.
Un grupo de empresarios –más afín al liberalismo- lo tilda de corporativo y estatista. “A algunos les falta firmeza para sostener sus convicciones, incluso en los momentos difíciles”, sostiene un encumbrado hombre de negocios que defiende la actual política y anticipó que no irá a escucharlo el próximo miércoles en Córdoba.
El apretón monetario y con los argentinos refugiándose en el dólar, achica el mercado interno, que da vida al 85% de la actividad económica. Salvo el campo, la minería y los bancos, los demás sectores advierten que pierden rentabilidad y que se enfrentan a la opción de cerrar sus negocios.
Hasta los exportadores se quejan. Desde la agroindustria a los metalúrgicos le reclaman al Gobierno por la eliminación de los reintegros y la implantación de una “retención” en torno del 10% (cada producto exportado paga cuatro pesos por dólar). Las fábricas de autos aseguran que pierden unos 500 dólares por cada vehículo exportado.
¿Puede ganar Macri con una economía en recesión o en leve recuperación, por efecto de una cosecha récord? Sólo si tiene al frente a Cristina Kirchner.
¿La sociedad advierte la diferencia de modelos que proponen Macri y Cristina Kirchner? La intuye, pero no la conoce en detalle. El Gobierno falló en comunicar con claridad qué pretende; lo de la ex presidenta es conocido y repetitivo. La alianza bolivariana que defiende es rechazada por una amplia mayoría y por el mundo de los negocios que maneja el crédito que necesita la Argentina para pagar sus deudas.
¿Hay otro candidato con posibilidades de ganarles a ambos? Por ahora, no.
“No hay nadie con una propuesta superadora”, insiste, a su vez, un empresario cordobés que aún defiende a Macri.
Desde abril, el Gobierno entregará 60 millones diarios para calmar la ansiedad de los argentinos por el verde billete. Es una tentación más para dolarizar los ahorros. Por contrapartida, la elevada tasa de interés sepulta las expectativas de una rápida recuperación.