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Por Claudio Fantini. Al segundo debate, Donald Trump fue más preparado. Manejó con más soltura y precisión temas como el desafío energético. También disparó su plan de conformar una Corte Suprema con total gravitación conservadora. Sin embargo, cometió dos errores que lo hicieron salir del debate más cuestionado que elogiado.
El primer error fue atacar sin piedad al marido de su contrincante, como si fuera Bill Clinton el candidato demócrata y como si sus faltas en el terreno sexual fuesen trasladables a su esposa.
Un golpe bajo que volvió a exponer al magnate de la construcción. El otro error fue dejar en claro que, de llegar a la presidencia, intentará que Hillary sea encarcelada, por una falta sobre la que ya se determinó que no constituye delito.
❝El primer error (de Donald Trump) fue atacar sin piedad a Bill Clinton (…) el otro, dejar en claro que, de llegar a la presidencia, intentará que Hillary sea encarcelada❞
Ese juego sucio terminó eclipsando los pasajes en los que mostró alguna solidez.
Sin brillar, Hillary Clinton salió intacta del debate, porque Trump volvió a mostrar sus defectos, en lugar de contrarrestar los dos hechos que podrían sentenciar su derrota: el rechazo público del Partido Republicano, algo inédito e insólito en la historia norteamericana; y el efecto devastador de sus comentarios lascivos y vulgares sobre mujeres.
Esos comentarios impactaron en el corazón de su base electoral. El núcleo duro de sus seguidores son los Wasp (White Anglosaxson and Protestant), el sector blanco de la sociedad que, en el interior profundo del país, es cerradamente conservador y religioso. A ese grupo estadísticamente significativo, Trump llega con sus propuestas a favor de la posesión irrestricta de armas y en contra: la inmigración, los mexicanos, los miembros liberales de la Corte y la invasión de productos extranjeros merced a los acuerdos de libre comercio.
Ese sector de la sociedad al que no le importa la exhibición de Trump, si le importa su vulgaridad “pecaminosa” con las mujeres. En general, los Wasp son ultra-religiosos y moralistas.
Was it the nastiest #debate in history? Here’s a look back at Donald Trump and Hillary Clinton’s tensest exchanges https://t.co/pFIz662b8I pic.twitter.com/xURHZfvlDO
— CNN (@CNN) 10 de octubre de 2016
El segundo debate era su oportunidad de revertir la mala imagen que causó su diálogo obsceno sobre mujeres, en el núcleo duro de sus votantes, un sector cerrado y recalcitrante en relación a la religión, la moral y las buenas costumbres. Pero en lugar de aprovechar la oportunidad, lanzó golpes despreciablemente bajos, atacando al marido de Hillary y amenazándola con enviarla a prisión.
El próximo y último debate será el 19 de Octubre, y las elecciones el 8 de Noviembre.