Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Juan Turello. Hay una justificada preocupación en la sociedad. La inquietud sobre lo que vendrá en economía alcanza a las empresas y a las familias, en particular por cierres y despidos en todo el país. La encuesta de la Unión Industrial de Córdoba (UIC) reveló que una de cada 10 empresas despidió personal en noviembre.
Alberto Fernández dedicó el mayor tiempo de las últimas tres semanas a temas de política exterior. Y poco al análisis de los desafíos de la economía, señala mi nota en La Voz.
Viajó a México para reunirse con el presidente Andrés Manuel López Obrador y con el exmandatario ecuatoriano Rafael Correa, asilado en Europa tras el pedido de la Justicia de su país. Luego, se involucró en la crisis de Bolivia para “salvarle la vida a Evo Morales”, quien sufrió lo que se denunció como un golpe de Estado tras intentar un fraude electoral y presentar su renuncia ante el estallido en las calles. Por último, fue a Uruguay a apoyar al candidato del Frente Amplio, que perdería el balotaje el domingo 24. Ahora, planea un viaje a Francia y a Italia.
Alberto Fernández necesita concentrarse más en los desafíos económicos que tendrá a partir del 10 de diciembre.
Los gestos de Alberto Fernández lo han prácticamente enemistado con todos los países limítrofes de la Argentina: Brasil, Chile y Bolivia, están al tope de esa lista. Argentina destina casi el 30 por ciento de su comercio exterior a Brasil y Chile, y depende del gas boliviano para el abastecimiento energético. Jair Bolsonaro busca un acuerdo con China, que golpearía aún más a la industria local.
La respuesta del interior a los albertistas: “De qué vamos a conversar si no se conoce un plan, ni quién lo va a ejecutar”.
Dirigentes y funcionarios que se entrevistaron con sus futuros colaboradores también están preocupados. “Conversemos”, es la convocatoria que les lanzan los albertistas a los visitantes, quienes buscan una hoja de ruta en los temas que afectarán a las provincias desde el 10 de diciembre.
La respuesta es lógica: “Pero de qué vamos a conversar si no se conoce un plan, ni quién lo va a ejecutar”.
Alberto Fernández necesita concentrarse más en los desafíos económicos que tendrá a partir del 10 de diciembre: la deuda interna –con un déficit fiscal que se incrementará por los anuncios electorales- y la deuda externa quizás le den una sola oportunidad para encaminar su mandato.
Las urgencias de Ecuador, Chile y Bolivia son también una alerta para el Frente de Todos, cuyo período de gracia será muy breve en función de las promesas que realizó a sectores económicos y a actores sociales, en especial a los que controlan la calle.
“Creo que Alberto, como le pasó a Macri con la inflación y el cepo, está minimizando el impacto de temas como la inflación y la deuda externa”, confesó un técnico cordobés que salió preocupado de la reunión con colaboradores del mandatario electo.
Para el especialista, ambas cuestiones requieren de un plan integral, en lo fiscal, en lo monetario y en lo cambiario, además de lograr apoyo político en el Congreso. En el exterior, preguntan por lo mismo. El peronismo está dividido en dos bloques en el Senado, y no tiene mayoría en Diputados.
Iniciativas como la unificación de los movimientos piqueteros en un sindicato único el 7 de noviembre, con su impacto político en los planes oficiales, y la posible reinstalación de la doble indemnización han puesto en alerta los empresarios. Incluso a los que lo apoyaron en la campaña.
Los miles de despidos en todo el país y los aumentos de precios se suceden ante la falta de señales concretas por parte del futuro equipo económico, que no sería homogéneo en su integración: ¿albertistas versus cristinistas?
Alberto Fernández tiene a su favor el apoyo de los gobernadores peronistas, de los grandes gremios y de los movimientos sociales, así como de ciertos sectores de la juventud, que sueñan con un mejor destino aquí que afuera.
La pesada mochila de la esperanza exige que los futuros gobernantes se dediquen ¡a las cosas!, en especial de la economía argentina, que sigue cuesta abajo.